2 de Febrero
Años: 1594, 1599, 1610 y 1634 / Lugar: QUITO, Ecuador
Apariciones de María del Buen Suceso de la Purificación o de la Candelaria
Vidente: Madre Mariana de Jesús Torres (1563-1635)
Años: 1594, 1599, 1610 y 1634 / Lugar: QUITO, Ecuador
Apariciones de María del Buen Suceso de la Purificación o de la Candelaria
Vidente: Madre Mariana de Jesús Torres (1563-1635)
Apariciones y Profecías de Nuestra Señora
María del Buen Suceso
En la Iglesia de la Concepción de Quito, Ecuador, se venera la Imagen de la Virgen del Buen Suceso, Quien se Apareció a la entonces joven abadesa del Real Monasterio de la Limpia Concepción, Madre Mariana de Jesús Torres, nacida en la Provincia de Vizcaya, España, en 1563. Su familia era noble, dedicada a la producción vitícola. A la edad de 13 años viajó a América como aspirante de novicia con un grupo de seis religiosas del Monasterio de clausura de la Orden Franciscana de la Limpia Concepción, que bajo la dirección de su tía, la Madre María de Jesús Taboada, tenían la misión de fundar el Monasterio en Quito, Ecuador.
Primera Aparición
2 de Febrero de 1594
2 de Febrero de 1594
El día 2 de febrero de 1594, celebración de Nuestra Señora de La Candelaria, también conocida como Nuestra Señora de La Luz, la Madre Mariana Torres hacía su habitual oración de media noche en el coro alto, frente al altar mayor, cuando repentinamente vio apagarse la llama que ardía frente al Santísimo, dejando la capilla en completa obscuridad; cuando de pronto una dulce Voz la llama por su nombre y una Bella Señora se Apareció frente a ella. Una aureola de Luz Celestial La rodeaba con esplendor; estaba vestida con la saya blanca y el capuchón azul del hábito de la congregación; sostenía en Su Mano izquierda al Niño Dios, de celestial hermosura; en la otra Mano llevaba un báculo de oro bruñido y esmaltado de piedras preciosas; lo que significaba que Ella gobernaría esa Santa Casa.
“Soy María del Buen Suceso, Reina del Cielo y de la Tierra —le dijo la Madre de Dios—. Con esta advocación quiero hacer en todos los siglos, prodigios… “La lámpara del Santuario que quema ante Nuestro Señor en el Tabernáculo, y que viste extinguirse tiene muchos significados…” Y tuvieron larga conversación, hasta la madrugada.
La Madre Mariana, tenía treinta años y cargaba sobre su alma grandes responsabilidades y aflicciones que sobrellevaba a fuerza de oración y sacrificios, fortaleza e inspiración sobrenatural. Nuestra Señora la llamaba por su nombre y le hablaba como una Madre bondadosa y sabia: “He venido a consolar tu afligido corazón…” “Tus oraciones, lágrimas y penitencias son muy agradables a nuestro Padre Celestial […] Ahora quiero que esfuerces tu corazón y que no te abata el sufrimiento: Larga será tu vida para gloria de Dios y de tu Madre que te habla. Mi Hijo Santísimo te regala el dolor en todas sus formas; y para infundirte el valor que necesitas, tómale de Mis Brazos en los tuyos”. Al recibir al Niño Jesús en sus brazos, sintió un mayor deseo de consumirse como víctima para aplacar la Justicia Divina, si fuera posible, hasta el fin del mundo. En los años siguientes, la religiosa sufrió un terrible calvario.
A partir de ese día la Santísima Virgen la visitó con frecuencia; profetizó, anunció, pidió, le hizo conocer secretos y misterios; le reveló el significado de la extinción de la luz del Santísimo; sus profecías abarcan aquellos tiempos, nuestros días y aconteceres futuros.
Todo lo que debió cumplirse, ya se cumplió. Estamos comprobando lo que dijo sobre nuestro tiempo.
En la segunda Aparición, el 16 de enero de 1599, la Santísima Virgen le pidió que mandase a hacer una Estatua Suya y le dio a conocer diversos hechos futuros. Le manifestó:
“Es voluntad de Mi Hijo Santísimo que tú misma mandes a trabajar una Estatua Mía, tal como Me ves y la coloques encima de la Silla de la Prelada para, desde allí, gobernar Mi monasterio […] para que entiendan los mortales que Yo Soy Poderosa para aplacar la Justicia Divina, alcanzar piedad y perdón a toda alma pecadora que acuda a Mí con corazón contrito, porque Soy la Madre de Misericordia y en Mí no hay sino Bondad y Amor… El Obispo debe darle el nombre de María del Buen Suceso de la Purificación o de Candelaria. Yo tomaré completa posesión de esta Mi Casa, y pondré sobre Mí la responsabilidad de mantenerla a salvo y libre de todo daño hasta el fin de los tiempos.”
“Gabriel, Miguel y Rafael, junto con todo el Coro Angélico, se harán cargo secretamente de la creación de Mi Estatua. Para este propósito, tú debes llamar a Francisco Del Castillo, que es un hábil escultor, y darle una breve descripción de Mis medidas, tal como Me has visto hoy y siempre.”
“Cuando las tribulaciones del espíritu y los sufrimientos del cuerpo les opriman y parezca que se ahogan en un mar sin fondo, miren Mi Santa Imagen, que será para ustedes una Estrella de los náufragos. Que siempre estará ahí, dispuesta a escuchar sus lamentos y calmar su llanto. Dígales que siempre deben recurrir a su Madre con fe y amor…”
Tercera Aparición
2 de Febrero de 1610
2 de Febrero de 1610
Temprano en la mañana del 2 de febrero de 1610, Nuestra Señora se apareció nuevamente a la Madre Mariana y repitió su demanda de tener una estatua. Luego añadió:
“Dile al Obispo que es Mi voluntad y la voluntad de Mi Hijo Santísimo que su Nombre se oculte a toda costa… porque no es apropiado para cualquier persona en el momento presente conocer los detalles o el origen de cómo esta Estatua vino a realizarse. Este conocimiento sólo vendrá para el público en general en el siglo XX.”
“En esa época la Iglesia se encontrará atacada por hordas terribles de la secta masónica, y esta pobre tierra ecuatoriana estará agonizando a causa de la corrupción de las costumbres, el lujo desenfrenado, la prensa impía, y la educación secular. Los vicios de la impureza, la blasfemia, y el sacrilegio dominarán en este depravado tiempo de desolación, y quien debe hablar estará en silencio…”
Transformación Milagrosa de la Imagen
16 de Enero de 1611
16 de Enero de 1611
Sólo el 5 de febrero de 1610 se pudo contratar al escultor designado por Nuestra Señora. Don Francisco de La Cruz Del Castillo, español, vivía en Quito, cuando recibió el encargo de su Reina como un regalo del Cielo. Casi un año después la imagen estaba prácticamente lista y apenas faltaban pequeños retoques en la pintura, para lo cual Don Francisco fue a procurar los mejores tintes.
El día 16 de enero de 1611 regresó al convento con el deseo de concluir su obra, pero… En la madrugada de aquel día, cuando las religiosas se dirigieron al coro para rezar el oficio, lo encontraron iluminado por una Luz sobrenatural y oyeron voces angélicas que cantaban La Salve. De la Imagen aún inacabada salían rayos vivísimos.
La Madre Mariana tuvo una visión de la Santísima Trinidad, la Santísima Virgen María, los Nueve Coros de Ángeles, y en particular de los Arcángeles San Miguel, San Gabriel y San Rafael, junto con el seráfico San Francisco. Estos últimos cuatro se acercaron a la estatua y acabaron la obra que el escultor había tenido la intención de terminar ese mismo día.
La pintura base aplicada por Del Castillo caía al suelo junto con fragmentos de madera, los trazos de la Imagen se volvían más suaves y Su Fisonomía más Celestial. Pero solamente la Madre Mariana veía cómo, a pedido de San Francisco, los tres Arcángeles —Miguel, Gabriel y Rafael— completaban la obra, “mientras, la Reina de los Ángeles y de los hombres se acercó a la Imagen y penetró en ella, como los rayos del sol penetran por hermosos cristales. En ese momento la Sagrada Imagen cobró vida y cantó con celestial armonía el Magníficat.”
Todos estos hechos fueron atestiguados por la Madre Mariana al Obispo, antes de que él solemnemente consagrara e instalara la Imagen. Francisco Del Castillo, el asombrado escultor, declaró en un documento escrito, y bajo juramento, que la hechura de la Imagen no estaba como él la dejó al salir de la clausura la tarde anterior, haciendo constancia de la milagrosa transformación operada en su primitivo trabajo.
Profecías para Nuestros Tiempos
2 de Febrero de 1634
2 de Febrero de 1634
La más importante de las Apariciones de Nuestra Señora del Buen Suceso tuvo lugar cerca del final de la vida de la Madre Mariana. La mañana del 2 de Febrero de 1634, Fiesta de la Purificación de la Santísima Virgen María, la Madre Mariana acababa su fervorosa oración a las 3:00 de la mañana, en el Coro Alto, ante el Santísimo Sacramento, suplicándole poder estar unida a Él y ser devorada en ese Amor que pertenece a la Virgen, cuando de pronto observó que la lámpara del Sagrario dejó de alumbrar. En un movimiento casi instintivo, se dispuso a bajar a la Iglesia para reavivarla, pero una fuerza desconocida inmovilizó sus músculos y no pudo dar un solo paso.
En ese momento se le apareció la Santísima Virgen de El Buen Suceso portando al Divino Infante en Su brazo izquierdo y sosteniendo el báculo en el derecho; y acercándosele lentamente le dice:
“Mi amada hija, hoy vengo a darte la grata nueva de tu muerte que ocurrirá de aquí a diez meses y días, cerrarás tus ojos a la luz material de este mundo para abrirlos a la claridad de la luz eterna.”
“Te hago saber que Mi Amor maternal velará sobre los Conventos de toda la Orden de Mi Inmaculada Concepción, porque esta Orden Me dará mucha gloria en santas hijas que tendrá; y con especialidad cuidaré de los Conventos fundados en estas tierras por Mis hijas de esta Casa.”
“Prepara tu alma para que, cada vez mas purificada, puedas entrar en plenitud a la Alegría del Señor ¡Oh! ¡Si los mortales, y en particular las almas religiosas, pudieran saber lo que es el Cielo y lo que es poseer a Dios! ¡De qué manera diferente vivirían! ¡Ni ellos mismos escatimarían sacrificios con el fin de poseerlo!”
La Santísima Virgen María le explicó a continuación los cinco sentidos de la Luz del Tabernáculo que se había extinguido ante los ojos de la Madre de Mariana:
I. El primer significado es:
“Grandes herejías se abatirían sobre la Tierra a finales del siglo XIX y todo el XX. A medida que estas herejías se extiendan y dominen, la preciosa luz de la Fe se extinguirá en las almas por la casi total corrupción de las costumbres. En esos tiempos estará la atmósfera repleta del espíritu de impureza (…) habrá grandes calamidades tanto físicas y morales, como públicas y privadas.”
“El corto número de almas en las cuales se conservará el culto de la Fe y de las buenas costumbres sufrirá un cruel e indecible padecer, a la par que prolongado martirio; por este sufrimiento serán considerados mártires. Habrá un ambiente envenenado de impureza que reinará, que a manera de un mar inmundo correrá por calles, plazas y sitios públicos con una libertad asombrosa, de manera que no habrá en el mundo almas vírgenes…”
“El pequeño número de almas que se oculten, conservarán el tesoro de la fe y las virtudes; ellas sufrirán un martirio indeciblemente cruel y prolongado. Muchas sucumbirán a la muerte por la violencia de sus sufrimientos, y los que se sacrifiquen por la Iglesia y el país se contarán como mártires.”
“Los hombres libres de la esclavitud de esas herejías, aquellos a quienes el Amor Misericordioso de Mi Hijo Santísimo destinará para la restauración, tendrán una gran fuerza de voluntad, constancia, valor y mucha confianza en Dios. Para probar esta fe y la confianza de los justos, habrá ocasiones en las que todo parecerá estar perdido y paralizado. Esto, entonces, será el feliz comienzo de la restauración completa.”
II. En el segundo significado, Nuestra Señora dijo:
“Es que Mi convento, siendo muy reducido en tamaño, se sumergirá en un océano insondable de amargura indescriptible, y parecerá estar ahogándose en las aguas de diversas tribulaciones. Muchas vocaciones auténticas perecerán —continuó—. La injusticia entrará incluso en este convento, disfrazada bajo el nombre de falsa caridad, causando estragos en las almas. Y las almas fieles, llorando e implorando en secreto para que estos terribles tiempos se acorten, sufrirán un martirio lento y continuo.”
III. La tercera razón para que se dé la extinción de la Luz de la lámpara es:
“El espíritu de impureza que saturará la atmósfera de aquellos tiempos. Al igual que un océano sucio, correrá a través de las calles, plazas y lugares públicos, con una libertad asombrosa. ¡Ay, de los niños de ese tiempo!: El Sacramento del Bautismo lo recibirán difícilmente, la Confirmación, de igual manera”.
“No habrá casi ningún alma virgen en el mundo, —dijo la Virgen—. La delicada flor de la virginidad se vería amenazada por la completa aniquilación. Sin embargo, prometió que siempre habría algunas almas buenas en los claustros donde puedan echar raíces, crecer y vivir como un escudo para desviar la Ira Divina. Sin virginidad, —dijo Ella—, sería necesario que el Fuego del Cielo cayera sobre estas tierras para purificarlos.”
IV. La cuarta razón para que la lámpara se apague es que:
“Habiéndose apoderado las sectas masónicas de todas las clases sociales, tendrá tanta sutileza para introducirse en los hogares domésticos, que perdiendo a la niñez, se gloriará el demonio de alimentarse con el exquisito manjar de los corazones de los niños. En esos aciagos tiempos, apenas se encontrará inocencia infantil, de esa manera irán perdiéndose las vocaciones para el Sacerdocio, que será una verdadera calamidad.”
“…Se desbordarán las pasiones y habrá una total corrupción de costumbres, por casi reinar satanás con las sectas masónicas, tendientes principalmente a corromper a los niños para sostener con ese medio la corrupción general.
“Apagándose la luz preciosa de la fe hasta llegar a casi una total y general corrupción de costumbres; esto, unido con la educación laica, será motivo de escasear las vocaciones sacerdotales y religiosas.”
Una vez más Nuestra Señora prometió que:
“Durante este tiempo todavía habría comunidades religiosas que sostengan a la Iglesia y sagrados Ministros del Altar; almas ocultas y bellas, que trabajarán con valentía y celo desinteresado por la salvación de las almas. Contra ellos, —advirtió—, los impíos desencadenarán una guerra cruel, dejando caer sobre ellos vituperios, calumnias y vejaciones con el fin de impedir el cumplimiento de su ministerio. Pero, al igual que columnas, se mantendrán firmes y lo enfrentarán todo con el espíritu de humildad y sacrificio con el que ellos están investidos, en virtud de los Méritos infinitos de Mi Santísimo Hijo, quién les amará en las fibras más íntimas de su Corazón Santísimo y tierno.”
“Las religiosas santas del Monasterio sostienen con su oración y sacrificio, como columnas fuertes y robustas, la integridad de esa casa; son pararrayo de la Justicia Divina, ofendida con tantos pecados secretos y públicos; serán poderosas para conseguir para la Iglesia, la patria y las almas, grandes bienes sin los cuales no subsistiría Quito… desgraciado fuera Quito sin este monasterio…”
“Las almas escogidas como apóstoles, si son activas y fervorosas recibirán grandes bendiciones. Pero, ¡ay de las que incautas y ociosas no quieran cumplir su sublime misión!”
Hablando de Quito dijo:
“Dentro de poco será república libre, ya entonces se llamará Ecuador”.
Exactamente, así fue.
“En el siglo XIX vendrá un Presidente de veras cristiano, varón de carácter, a quien Dios Nuestro Señor le dará la palma del martirio en la plaza en cuyo sitio está este Mi convento; él consagrará Ecuador al Sagrado Corazón de Mi amantísimo Hijo, y esta Consagración mantendrá la religión Católica en los años posteriores, que serán aciagos para la Iglesia. En esos años la masonería, esa maldita secta, tomará en sus manos el poder civil y habrá cruel persecución a las comunidades religiosas, pero en este monasterio el triunfo será nuestro.”
Efectivamente, el presidente Gabriel García Moreno hizo tal Consagración, y fue asesinado, en agosto de 1875, como lo anunció la Virgen.
“En el siglo XIX será proclamado el dogma de la Inmaculada Concepción y en el siguiente el dogma de la Asunción de María al Cielo en Cuerpo y Alma.” Lo primero fue cumplido por el Papa Pío IX, y lo segundo por Pío XII.
Escasearán las vocaciones sacerdotales, y ¡cuántas vocaciones religiosas perecerán, por falta de formación! Aunque no faltarán Sacerdotes santos en el Clero regular, mas en el secular se afianzarán menos en su vocación.
El Clero secular estará muy lejos de su ideal, porque los Sacerdotes se volverán descuidados en sus deberes sagrados. Perdiendo la brújula divina, apartarán del camino trazado por Dios para el Ministerio Sacerdotal y buscarán el bienestar y la riqueza, que se esforzarán por obtener indebidamente.
Nuestra Señora del Buen Suceso hizo especial hincapié en señalar:
…el desprecio que tendrán los vivientes de ese siglo por el Sacramento de la Penitencia; como enraizados en el pecado tratarán de desconocerlo, para ellos nada será pecado; los mundanos harán caso omiso de él; los sacerdotes, unos lo mirarán con indiferencia, otros no lo administrarán, o lo harán despectivamente, alejando a las almas de él. Como una excepción, brillará el Santo Cura de Ars, Juan Bautista Vianney, santificándose justamente por la prioritaria importancia que daba a este Sacramento.
“El sacramento del matrimonio, el que representa la unión de Cristo con la Iglesia, será atacado y profanado en toda la extensión de la palabra… [Se aprobarán] inicuas leyes procurando extinguirlo, facilitando a todos vivir mal y propagándose la generación de hijos mal nacidos y sin la bendición de la Iglesia, irá decayendo rápidamente el espíritu cristiano…”
“El sacramento de la extremaunción, por ese tiempo en el que faltará en esta pobre Patria el espíritu cristiano, será poco acatado y muchas personas morirán sin recibirlo, ya por descuido de las familias, o como por un mal entendido afecto hacia sus enfermos…”
“El Sacramento del Orden será ridiculizado, oprimido y despreciado… El diablo tratará de perseguir a los ministros del Señor en todo lo posible; él hará el trabajo con cruel y sutil astucia, para desviarlos del espíritu de su vocación y corromper a muchos de ellos. Estos sacerdotes depravados, que escandalizarán al pueblo cristiano, traerán el odio de los malos católicos y de los enemigos de la Iglesia Católica Romana y la caída de todos los sacerdotes de la Iglesia Apostólica…”
“¡Ay, cuánto siento manifestarte que habrá muchos y enormes sacrilegios públicos y también ocultos, profanando la Sagrada Eucaristía!… Mi Hijo Santísimo se verá rodado por el suelo y pisoteado por inmundas plantas.”
Nuestra Señora continuó explicando la cuarta razón de la extinción de la luz del Tabernáculo:
“Por lo tanto, recen con insistencia sin cansarse y lloren con lágrimas amargas en el secreto de su corazón. Imploren a Nuestro Padre Celestial, pidiendo que ponga fin a tan malvados tiempos, por el Amor del Corazón Eucarístico de Mi Hijo Santísimo y de Su Preciosa Sangre derramada con tanta generosidad… Él podría tener piedad de sus ministros, poniendo fin a aquellos tiempos ominosos, y enviando a la Iglesia el Prelado que restaure el espíritu de sus sacerdotes.”
“Mi Hijo Santísimo y Yo amaremos a este hijo predilecto con un amor de predilección, y le haremos el regalo de una capacidad poco común, humildad de corazón, docilidad a la inspiración divina, fortaleza para defender los derechos de la Iglesia, y un corazón compasivo, para que, como otro Cristo, él ayude a los grandes y pequeños, sin despreciar a las almas más desafortunadas que piden por luz y consejo en sus dudas y dificultades. En sus manos se colocarán la balanza del Santuario, para que todo sea pesado con la debida medida, y Dios sea glorificado.”
Nuestra Señora continuó:
“Es la noche oscura de la Iglesia, muchos perderán su espíritu por la falta de un Prelado y Padre que vele con amor, suavidad, fortaleza, tino y prudencia. Son necesarias muchas oraciones para que Dios ponga fin a tan aciagos tiempos enviando a quien restaurará la Iglesia y el espíritu de sus sacerdotes; estará dotado de una rara capacidad, de gran humildad, de fortaleza para defender los derechos de la Iglesia; será de corazón tierno y compasivo. Para la venida de este restaurador, hará contrapeso la tibieza de las almas consagradas a Dios. Igual responsabilidad tendrán de que el maldito satanás se apodere de estas tierras; todo lo conseguirá por tanta gente sin Fe que como una nube negra oscurecerá el cielo limpio de la república consagrada al Sagrado Corazón de Jesús, entrando con ellos todos los vicios, y viniendo por ellos toda clase de castigos: hambre, pestes, pendencias, apostasía…”
“La tibieza de todas las almas consagradas a Dios en el estado sacerdotal y religioso retrasará la llegada de este Prelado y Padre. Esto, entonces, será la causa de la maldición del diablo que tomará posesión de esta tierra, donde alcanzará sus victorias por medio de un extranjero sin fe; tan numerosas que, como una nube negra, se oscurecerán los cielos puros de la entonces República Consagrada al Sagrado Corazón de Mi Divino Hijo.”
“Con esta gente, todos los vicios van a entrar, lo que atraerá a su vez todo tipo de castigo, tales como plagas, hambrunas, luchas internas y conflictos con otras naciones, y la apostasía, la causa de la perdición de tantas almas tan queridas por Jesucristo y por Mí.”
“Con el fin de disipar esta nube negra que impide a la Iglesia de disfrutar el día claro de la libertad, habrá una guerra formidable y espantosa, que verá el derramamiento de sangre de compatriotas y extranjeros, de sacerdotes, seglares y religiosos. Esta noche será la más horrible, ya que, humanamente hablando, el mal parecerá triunfar.”
“Ésta, pues, marcará la llegada de Mi Hora, cuando Yo, de una manera maravillosa destronaré a los soberbios y maldeciré a Satanás, pisoteándolo bajo Mis Pies y atándolo en el abismo infernal. Así, la Iglesia y el país estarán finalmente libres de su cruel tiranía.”
V. La quinta razón de que la lámpara se haya extinguido:
Debido a la dejadez y descuido de las personas que tienen cuantiosas riquezas, que verán con indiferencia que la Iglesia estará siendo oprimida, perseguida en su virtud, triunfante la maldad, sin emplear santamente las riquezas en la destrucción del mal y en la restauración de la Fe.
Y también, debido a la indiferencia de la gente al permitir que el Nombre de Dios se extinga progresivamente y la adhesión al espíritu del mal, entregándose libremente a los vicios y pasiones.
“¡Ay! ¡Mi hija predilecta! Si se te hubiera dado para vivir en esa época tenebrosa, morirías de pena al ver todo lo que les he revelado que tendrá lugar. ¡Pero Mi Hijo Santísimo y Yo tenemos un Amor tan grande por esta tierra, nuestra herencia, que deseamos, incluso ahora la aplicación de tus sacrificios y oraciones para acortar la duración de tal terrible catástrofe!”
La Madre Mariana cae inconsciente:
Abrumada por la magnitud de los males que veía y las incontables almas que serían condenados en estos tiempos, la Madre Mariana cayó inconsciente. Allí, las hermanas la encontraron como si estuviera muerta, aplicándole golpes en su corazón. Todos los esfuerzos del médico para devolverle la conciencia fueron inútiles. De hecho, dijo, humanamente hablando, su vida debe haber terminado por el shock que había recibido.
Las hermanas la rodearon, suplicando al Cielo para que les dejara su gran tesoro, la última de las madres fundadoras, “el pilar de la observancia, la columna de la casa”. Dos días más tarde, la Madre Mariana abrió los ojos, animó a sus hermanas a continuar siguiendo la Regla, y las consoló diciendo que ella se quedaría con ellos por un poco más de tiempo.
Última Aparición
8 de Diciembre de 1634
8 de Diciembre de 1634
En los últimos diez meses de su vida, la Madre Mariana nunca recuperó el vigor de su salud y se vio obligada a menudo a guardar cama. En la enfermedad, así como en salud, ella edificaba la Comunidad con su ejemplo. En medio de sus dolores intensos, siempre mantenía una sonrisa en sus labios, una admirable serenidad y un espíritu imperturbable, propio de un alma cuya vida se había desarrollado a la sombra de la Cruz.
Tarde, en la noche del 8 de Diciembre de 1634, Fiesta de la Inmaculada Concepción, Nuestra Señora se le apareció por última vez a la Madre Mariana. Estaba acompañada de nuevo por los Arcángeles San Miguel, San Gabriel y San Rafael. Después de muchas revelaciones, Nuestra Señora concluyó:
“…Mi Culto, bajo la consoladora invocación de El Buen Suceso… en la casi total corrupción del siglo XX, será el sostén y salvaguardia de la Fe… Con esta Advocación quiero hacer en los siglos, prodigios en lo espiritual, así como en la esfera temporal, porque es la Voluntad de Dios reservar esta advocación y el conocimiento de tu vida para ese siglo, cuando la corrupción de las costumbres será casi general y la preciosa Luz de la Fe casi se haya extinguido…”
Virtudes en grado heroico:
La Madre Mariana de Jesús Torres aceptó humillaciones, calumnias, ingratitudes y desprecios en grado heroico.
Fue injustamente encarcelada en una prisión a un lado del piso bajo del convento, sin su velo, sin la Santa Misa y la Eucaristía; era forzada a comer su escaso alimento de rodillas en el piso de la rectoría mientras escuchaba las burlas de sus acusadoras.
Cuándo se hizo justicia, la principal instigadora llamada ‘La Capitana’ (un sobre nombre) fue encarcelada durante un tiempo, por el Obispo, en la misma prisión hasta que ella cayó en una enfermedad misteriosa que resultó en un cambio de confinamiento a la enfermería por las súplicas de Madre Mariana.
Mientras se recuperaba de esta misteriosa enfermedad la Madre Mariana suplicaba a Dios para la salvación de ‘La Capitana’ y sufrió 5 años por los castigos reservados para La Capitana. Siendo enfermera de La Capitana, la Madre Mariana sufrió bofetadas y el descargo de agua caliente traída para lavarla. Durante los 5 años de sufrimiento para la salvación de La Capitana la Madre Mariana nunca traicionó sus sufrimientos internos y exhibió sólo dulzura, alegría y deseo para servir.
Muerte y Primer Milagro:
La Madre Mariana de Jesús Torres murió en olor de santidad a los 72 años, a las 3:00 pm (Hora de la Divina Misericordia), el 16 de enero 1635, tal como lo había predicho. Su cuerpo se conserva incorrupto.
Después de la muerte, el cuerpo de la Madre Mariana permaneció flexible y su rostro rosado. Durante el velorio, la vista de una niña ciega fue restaurada cuando una flor de la corona que rodeaba la cabeza de la Madre Mariana fue puesta sobre sus ojos.
En 1906, durante renovaciones del Convento, la tumba de 300 años de edad de la Madre Mariana, fue abierta y su cuerpo se encontraba completo y sin corrupción; completo con su hábito y artículos de penitencia. Un aroma exquisito de lirios procedía de su cuerpo, igual que muchos otros santos y sirvientes de Dios que practicaron las virtudes heroicas y mantuvieron una vida de castidad.
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