jueves, 24 de enero de 2019

24 de Enero: Comienza Novena a la Santísima y muy Milagrosa Imagen de Nuestra Señora María de Candelaria

Tomada de la Original de 1750.

Fiesta de la Virgen de La Candelaria,  2 de Febrero.


Nuestra Señora de La Candelaria, Aparecida en Zumba, Parroquia Santiago de La Punta, Mérida, Venezuela.

Novena

A la Santísima y muy Milagrosa Imagen

de 

Nuestra Señora María de Candelaria

Patrona de las Islas Canarias.
Que apareció en Tenerife y se venera en el Real Convento
del Orden de Predicadores.


A
PROBACIÓN

Del M. R. P. Maestro Gaspar Díaz, religioso profeso de la Compañía de Jesús, y examinador sinodal de este Obispado de Cádiz, etc.
Por comisión del señor doctor don Pedro José de Vera Baena, Prebendado de la Santa Iglesia de esta ciudad, Provisor y Vicario General en ella y su Obispado, etc., he visto atentamente esta Novena de Nuestra Señora de Candelaria, que toda respira devoción, y nada contiene de mácula ni desdice de nuestra Santa Fe, nada contrario a las buenas costumbres, y lleno toda de suavísima piedad como compuesto por la discreción y sabiduría de un hijo del sumo patriarca Santo Domingo, en cuyos hijos se vincula el acierto y nunca se extraña como extranjera la devoción a la Gran Madre y Señora Nuestra. Por tanto juzgo muy útil su impresión y muy de justicia la licencia. En este Colegio de la Compañía de Jesús de Cádiz, a 27 de Mayo de 1750.
Gaspar Díaz.
Para hacer esta Novena se deberá confesar y comulgar en cualquier día, siendo lo mejor prepararse al principio de ella por medio de ambos Sacramentos. Y se comenzará haciendo la Señal de la Cruz y el siguiente Acto de Contrición, y a continuación se dirá todos los días la inmediata Oración.

La Señal de la Cruz
†  Por la Señal de la Santa Cruz,
†  de nuestros enemigos,
†  líbranos, Señor, Dios nuestro.
†  En el Nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

Acto de Contrición

Señor mío Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, a mí me pesa de haberte ofendido, así por no privarme de verte en la gloria, excluido de ella con sujeción a eterna pena, como principalmente por ser Quien Eres, Digno de ser amado, a Tu piedad recurro como hijo pródigo, esperando que, perdonando mis pecados, me concedas Tus auxilios por medio de Tu Santísima Madre, Nuestra Patrona y Señora la Virgen María de Candelaria, para que sin la cadena de la culpa, sea aceptable el sacrificio que Te ofrecemos en esta Novena. Amén, Jesús.

ORACIÓN

Santísima Señora, Madre de Dios de Candelaria, que por dar al mundo las últimas mayores pruebas de amor, Te apareciste en Tenerife, reinando la gentilidad: yo, aunque por pecador soy como un gentil, guanche, irracional y bárbaro, imploro Tu amparo con la confianza de que sin merecer el nombre de hijo, desempeñarás Tú, como siempre, los oficios de Madre; recibe mis afectos, como admitiste los de los guanches, y acepta mis súplicas, como oíste las de los gentiles, suspendiendo de Dios las justas iras, hasta que raye en mi alma la divina claridad a influjos de Tu radiante Luz: Concédeme y alcánzame lo que Te pido en esta Novena, sobrevistiendo mi desnudez, como buena Madre, con las odoríferas ropas de Tus Virtudes, para que consiguiendo de Tu Divino Hijo la bendición que toca a los primogénitos, excluidos de tanto bien los pecadores, Te alabe perfectamente en estos días, repitiendo con San Gabriel muchas veces Tu angélica salutación, diciendo: “Dios Te salve, María …”
Se rezan tres Ave María, y después se dice la Oración especial de cada Día, con La Salve, concluyendo con la Oración Final de Todos los Días y los Gozos.


PRIMER DÍA

Soberana Patrona, que habiendo tomado posesión de Tenerife, dejaste inmoble el brazo del guanche que intentaba arrojarte piedras: alcánzame una hora en que yo no Te las arroje, impidiendo mis desórdenes con Tus caritativas influencias, para que por alabarte pueda decir: “Dios Te salve, Reina y Madre…”
La Salve
¡Dios Te Salve, Reina y Madre! ¡Madre de Misericordia!  ¡Vida, Dulzura y Esperanza nuestra, Dios Te Salve! A Ti llamamos los desterrados hijos de Eva; a Ti suspiramos, gimiendo y llorando en este valle de lágrimas.
¡Ea, pues, Señora, Abogada nuestra!, vuelve a nosotros esos Tus Ojos Misericordiosos, y después de este destierro, muéstranos a Jesús, Fruto Bendito de Tu Vientre.
¡Oh, Clemente! ¡Oh, Piadosa! ¡Oh, Dulce, siempre Virgen María!


SEGUNDO DÍA

Excelsa Emperatriz, que viniendo a gobernar Las Canarias en paz, firmaste con Sangre el Dominio que Te disputaba un gentil, hiriendo por sí mismo sus dedos, por indagar si eran los Tuyos como los suyos: haz que a costa de verdaderos sentimientos deje yo de ensangrentarte con mis pecados, para poder alabarte, diciendo: “Dios Te salve, Reina y Madre…”


TERCER DÍA

Gloriosísima Tutora de linaje humano, que al ver a los dos guanches heridos, les hiciste el beneficio de sanarlos tocando con sus manos Tu Santísima Imagen; para que siendo tan pública la maravilla se desengañasen los gentiles de Tu protección: Penetra mi alma con las Saetas de Tu Aljaba, para que restaurada la gracia perdida por las heridas que yo me abrí por la culpa, pueda alabarte, diciendo: “Dios Te salve, Reina y Madre…”


CUARTO DÍA

Beatísima Dispensadora de los Tesoros del Cielo, que comunicándolos a todos Te hiciste pesada para que clamando el rey que Te cargaba por socorro, Te llevasen ricos y pobres, por ser como era universal el beneficio: hazme el favor de que yo, como necesitado toque Tu Santísima Imagen con veneración, para que pasando de pobre a rico por la gracia, Te pueda fructuosamente alabar, repitiendo: “Dios Te salve, Reina y Madre…”

 
QUINTO DÍA

Fidelísima Tesorera de los Divinos Caudales, que pudiendo expenderlos en Tu culto, sufriste en una cueva humos de teas, tabaibas y cardones, sin otro adorno que el de pellejas, pudiendo hacer bajar del Cielo tapicerías: no extrañes el oscuro vapor de mi ingratitud, ante sí favoréceme como a la gentilidad, para que purificada del humo de la culpa, Te pueda ofrecer inciensos y aromas de gracia, para entonar el: “Dios Te salve, Reina y Madre…”


SEXTO DÍA

Santísima Abogada, que extendiendo Tu amparo a los gentiles, libraste a la hija del Rey de la octava de la muerte, oyendo las súplicas de su hermana que Te llamó por Defensora sin ser católica: Toma sobre Ti mi pleito, que funda su derecho en el Bautismo, para que protegida mi causa salga en el Divino Tribunal a mi favor la sentencia, pagándote el beneficio, con decir: “Dios Te salve, Reina y Madre…”


SÉPTIMO DÍA

Suavísima Medianera entre Dios y el hombre, que llenaste Tu Santa Cueva de odoríferos suaves olores para que no se ofreciese a Dios la primera Misa entre vapores oscuros y bastardos: interpón Tu autoridad, tomando sobre Ti mis ahumadas obras, a fin de que a la Divina Presencia lleguen odoríferas, para que calificadas por mías, las que son Tuyas, alcancen el divino favor por Tu mediación, obligándote con decir: “Dios Te salve, Reina y Madre…”


OCTAVO DÍA

Piadosísima Intercesora de Cristiandad, que alcanzaste de Dios el solemne, público, estupendo milagro de dar a los españoles para Tu primera Fiesta cantidad de cera que los gentiles hallaron en la playa, recibiendo de los católicos el culto, como si no fuera Tuyo todo el costo: Haz que como cera se liquide mi corazón con el fuego de la Caridad, y admite como mío el caudal, que siendo bueno, es de Tu mano, dándote las gracias con decir: “Dios Te salve, Reina y Madre…”


NOVENO DÍA

Amantísima Reina, que en Tu católica primera Fiesta Te serviste de ángeles y peces que diesen regla para ordenar Tus procesiones, que califican las regalías, sobrenadando en el mar los peces, y girando por la playa los ángeles: Admíteme como a vasallo que quiere incorporarse a Tu Imperio, para que después de militar como los peces en la tierra, Te acompañe con los ángeles en la playa de la Gloria, diciéndote desde aquí: “Dios Te salve, Reina y Madre…”
Fenecida la Oración especial de cada Día con La Salve, se termina con la Oración siguiente.

ORACIÓN FINAL
DE TODOS LOS DÍAS

Omnipotente Señor, que habiendo tomado nuestro ser humano, fuiste presentado en el Templo a Tu Eterno Padre por Tu Santísima Madre, que Te entregó primero a Simeón, que representaba a todo el mundo: Haznos el favor de concedernos lo que Te pedimos en esta Novena que consagramos a nuestra Patrona, Señora María de Candelaria. Sea éste uno de los grandes continuos milagros, añadiéndose el de purificar nuestros afectos, para que acabando con gracia final la vida, Te besemos a Ti y a Tu Madre los sagrados pies en la gloria. Amén.

Gozos

Que la devoción de los mariantes canta a la
Virgen Santísima en Su milagrosísima Imagen de:

CANDELARIA
Aparecida y se venera en Las Canarias.


A Vos, Isleña Divina,
Morenica Celestial,
oh Virgen de Candelaria,
lucida Estrella del Mar,
pues gozáis tantas grandezas,
gozos Os quiero cantar.
Más que afortunadas Islas,
vaticinio os fue llamar
amenos Campos Elíseos,
la ciega gentilidad;
y profética antevió
tal bien, entre tanto mal.
En ellas, oh maravilla,
de la infinita Bondad,
parecisteis Taumaturga,
Divina, Bella Beldad,
antes un siglo que hubiese
luz de la Fe y Cristiandad.
Gándidos guanches pastores
Tu Imagen ven, y en su afán,
a rústico examen fían
si es Tu hermosura inmortal;
y con mortal escarmiento
adoran Vuestra Beldad.
A la novedad del Cielo
se unen los reyes y van
con festivo, alegre, tosco
pelíseo aparato real,
obsequiosos a rendiros
palacio, cueva y altar.
Oh Tú, Madre, la más linda,
toda Dulzura y Piedad,
Imán de seguro Norte
al más tempestuoso mar,
Puerto alegre, Playa limpia,
sin riesgo de zozobrar.
¿Quién a Tus aras, Señora,
llegó a pedir y rogar,
que tardara en conseguir
más tiempo que suplicar?,
Libertadora Judith,
de los cautivos de Adán.
Aurora del mejor sol;
Sol que traes la sanidad;
Alba de radiante Luz;
Luz del mayor luminar,
esplendor cuyo cenit
todo es luz orbicular.
Tú, la Escala de Jacob,
Arca del mejor maná;
Flor y Vara de José;
Ruth del angélico Pan.
Tú, Rosa de Jericó,
Tálamo de la Deidad.
¿Cuántas, isleño horizonte,
en tus playas de coral,
entre argentadas espumas,
vieron mil veces brillar
flamígeras luces, signo
de Tu guardia angelical?
Venturoso Tenerife;
ufánate, no envidiar
por tesoro a Guadalupe,
ni a Zaragoza, el Pilar,
a España, Regla, ni Atocha,
ni a Loreto su solar.
Feliz, atlante dichoso,
nevado, hermoso galán,
altivo canario Teide,
pirámide de cristal,
gózate en tu nácar concha
de Perla tan sin igual.
No ya los montes de Armenia,
por su eminente elevar,
blasones fueron del Arca
privilegiado lugar,
ni Olimpo distancias mida
con la luna vecindad.
Démonos, isleños todos,
el parabién singular
de tener tal Protectora,
tal Patrona tutelar,
del Evangelio y la Fe
que nos vino a predicar.
Al buen viaje, oh gran María,
con toda prosperidad,
oh Virgen de Candelaria,
luciente Estrella del Mar.
Alabado sea el Santísimo
Sacramento del Altar,
y María de Candelaria
sin pecado original.
Fin.


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