jueves, 31 de enero de 2019

31 de Enero: Milagro Eucarístico de TUMACO, Colombia (1906)

31 de Enero
Año: 1906 / Lugar: Isla de TUMACO, Colombia
Milagro Eucarístico


Milagro Eucarístico de Tumaco

Este suceso ocurrió el 31 de enero de 1906, en el pueblo de Tumaco, situado en una isla occidental de Colombia, bañada por el océano Pacífico.
Estaba de misionero Fray Gerardo Larrondo de San José. Su auxiliar era Fray Julián Moreno de San Nicolás de Tolentino, ambos Recoletos.
Tumaco: como estaba en la época del Milagro de 1906.
Hacia las diez de la mañana comenzó a sentirse un largo y fuerte terremoto, tan intenso que todas las imágenes de la iglesia cayeron al suelo. Todo el pueblo, lleno de pánico, se agolpó en la iglesia, suplicando a los Padres organizasen inmediatamente una procesión.
Entonces vieron que, como efecto del terremoto, el mar se alejaba de la playa, dejando en seco hasta kilómetro y medio de terreno de lo que antes cubrían las aguas, las cuales se iban acumulando mar adentro, formando como una montaña que, al descender de nivel, se convertiría en una enorme ola, que barrería por completo el pueblo, que se halla a más bajo nivel que el del mar.
Aterrado el Padre Larrondo, se lanzó precipitadamente hacia la iglesia y consumió a toda prisa las Formas, reservándose solamente la Hostia grande. A continuación, vuelto hacia el pueblo, llevando a Jesucristo Sacramentado, exclamó: “Vamos, hijos míos, vamos todos hacia la playa y que Dios se apiade de nosotros”.
Como electrizados por la presencia de Jesús, y ante la imponente actitud de su ministro, marcharon todos llorando y clamando a Dios que tuviera misericordia de ellos.
Al llegar el Padre Larrondo a la playa, aquella montaña formada por las aguas comenzó a moverse hacia el continente. Las aguas avanzaban como impetuoso aluvión, sin que poder alguno de la tierra fuera capaz de contrarrestar aquella arrolladora ola, que amenazaba destruir en un instante el pueblo de Tumaco.
El fervoroso religioso no se intimidó, sino que descendió a la playa y, colocándose dentro de la zona ocupada normalmente por las aguas, en el instante mismo en que la ola estaba ya llegando y crecía hasta el terror y la ansiedad de la muchedumbre, levantó con mano firme y con el corazón lleno de fe la Sagrada Hostia a la vista de todos, y trazó con ella en el espacio la Señal de la Cruz. ¡Momento solemne! La ola avanza un paso más y, sin tocar el sagrado copón que permanece elevado, se estrella contra el sacerdote, alcanzándole el agua solamente hasta la cintura.
Apenas se ha dado cuenta el Padre Larrondo de lo que acaba de suceder, cuando oye al padre Julián, que se hallaba a su lado, y luego a todo el pueblo en masa, que exclamaban como enloquecidos por la emoción: ¡Milagro! ¡Milagro!
En efecto, como impulsada por una fuerza superior al poder de la naturaleza, aquella ola se había parado en un instante, y la enorme montaña de agua, que amenazaba arrasar el pueblo de Tumaco, iniciaba su movimiento de retroceso para desaparecer, mar adentro, volviendo a recobrar su ordinario nivel y natural equilibrio.
A las lágrimas de terror siguieron las del más grande alborozo y a los gritos de angustia siguieron los de agradecimiento y de alabanza. Por todas partes y de todos los pechos brotaban fuertes vivas a Jesús Sacramentado.
Mandó entonces el Padre Larrondo que trajeran de la iglesia la Custodia, y, colocando en ella la Sagrada Hostia, se organizó una solemnísima procesión, que recorrió todas las calles del pueblo, hasta ingresar Su Divina Majestad con toda pompa y esplendor en su santo templo, de donde tan pobre y precipitadamente había salido momentos antes.
Como el terremoto no tuvo lugar sólo en Tumaco, sino en gran parte de la costa del Pacífico, viendo los grandes daños y trastornos que aquella ola causó en otros puntos de la costa, incluso menos expuestos que Tumaco a ser destruidos por el mar, se calcula el beneficio que Jesús dispensó a aquel cristiano pueblo, que probablemente hubiera desaparecido con todos sus habitantes, por estar a nivel más bajo que el del mar.
El suceso de Tumaco tuvo gran resonancia en todo el mundo.

Fuente:
P. Ángel María Rojas S.J.  “LA EUCARISTÍA MILAGRO VIVO”.

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