miércoles, 26 de diciembre de 2018

26 de Diciembre: Renovación Milagrosa Imagen de Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá, Colombia (1586)

26 de Diciembre
Año: 1586 / Lugar: CHIQUINQUIRÁ, Boyacá, Colombia

Renovación Milagrosa de la Imagen de Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá
Videntes: María Ramos, indígena Isabel y su hijo Miguel de 4 años.


Historia de Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá

La historia se remonta al siglo XVI cuando los frailes dominicos realizaban expediciones de evangelización en la región central de Colombia. Un caballero proveniente de España, Antonio de Santana, obtiene en 1560, la encomienda de la región para levantar una casa dotada con diferentes dependencias, apropiada para la administración de los colonos, los indígenas y esclavos; además, debía construir en Sutamarchán una capilla para los oficios religiosos. Posteriormente llegó de España fray Andrés Jadraque, colaborador en las misiones, que ve la necesidad de dotar la capilla con un lienzo o cuadro de la Virgen del Rosario, advocación promulgada por la Orden Dominicana a la cual pertenecía el religioso. De esa manera acuden a un pintor, también español, Alonso De Narváez, que vivía en la ciudad de Tunja, en Boyacá, cerca de la región, para pedirle que pintara a la Virgen del Rosario.
La pintura fue realizada sobre una tela de algodón de procedencia indígena que medía 1,13 metros de alto por 1,26 de ancho. Alonso de Narváez usó colores al temple, realizó una imagen de la Virgen del Rosario con el Niño Jesús y, como sobraba tela, habían acordado poner al lado derecho de la Virgen a San Antonio de Padua llevando sobre un libro al Niño Jesús; y al lado izquierdo, a San Andrés Apóstol, llevando la Cruz en forma de X en que lo crucificaron.
Para el año de 1562 la pintura ya estaba ubicada en la capilla de Sutamarchán y allí permaneció por más de una década. Por entonces, la capilla, que tenía techo de paja se deterioró por consecuencia de la humedad, al punto que la imagen quedó prácticamente borrada.
En 1578 el cuadro está tan borroso y deteriorado que el Párroco, P. Leguizamón, lo hace quitar del altar y lo envía a una finca que el señor Santana tiene en Chiquinquirá, llamada “Aposentos”, palabra que significa “casa grande para dar alojamiento a indios y campesinos”. Tras la muerte de Santana, su viuda, se había trasladado a Chiquinquirá, hacia el año 1577-78.
En 1585 llegó de España una sencilla mujer llamada María Ramos, familiar de la esposa de Don Antonio de Santana, que se fue a trabajar como doméstica a la casa de ellos en Chiquinquirá. Allí, en el ranchejo que hacía de Capilla, encontró María Ramos el cuadro que en 1578 había sido quitado de la Capilla de Sutamarchán por estar demasiado viejo y borrado, pero ahora sí que es cierto que está deteriorado. Todo es agujero y mugre.
La piadosa mujer lo observa y al ser informada de que en un tiempo fue una imagen de la Santísima Virgen pero que, por estar ya en tan mal estado, se ha empleado para poner semillas a secar al sol, se dedica a quitarle el polvo y la mugre y lo cuelga en una especie de marco. María Ramos pasa largos ratos de rodillas allí ante el borroso cuadro pidiendo a la Virgen que la consuele porque extraña su casa y su patria, y rogándole que por favor se digne hacerse un poco más visible porque allí en aquella tela casi no se notaba nada. Pasan los meses, y María Ramos suplicaba: “Rosa del Cielo, ¿cuándo Te pondremos contemplar bien?”

La Renovación de la Imagen —dice la crónica de aquel tiempo— ocurrió el día 26 de diciembre de 1586. A eso de las 9:00 de la mañana, pasaba una india cristiana llamada Isabel que llevaba en la mano a su hijo de 4 años, llamado Miguel, y al pasar por frente a la Capilla le dijo: “Madre mía, mire a la Madre de Dios que está en el suelo”.Volvió la india hacia el altar y vio como la imagen de la Madre de Dios estaba en el suelo despidiendo de Si un resplandor celestial que inundaba toda la Capilla. Quedó asombrada la india y muy despavorida le dijo en altas voces a María Ramos: “Mire, señora, que la Madre de Dios se ha bajado del sitio donde estaba y parece que se está quemando.”
Volvió María Ramos el rostro y vio que la imagen de la Santísima Virgen estaba de la manera que decía la india y admirada de ver tan estupendo portento, llena de asombro y pasmo, dando goces y derramando lágrimas fue corriendo hasta el sitio donde estaba la imagen y arrodillándose se quedó mirándola, rezándole con gran fe y devoción.
A los clamores de María Ramos y de la india, acudió Juana de Santana, y juntas, las tres piadosas mujeres, postradas de rodillas estuvieron largo rato contemplando gozosas aquellos resplandores de Gloria que llenaban de luz la Capilla y de alegría los corazones.
Y sigue diciendo la crónica de aquel tiempo: Estaba la milagrosa imagen en el suelo recostada e inclinada hacia el altar en el mismo sitio en el que acostumbraba hacer oración María Ramos. La pintura se había vuelto tan renovada y de celestiales colores y que era una gloria el verla. Cesaron los resplandores que despedía la milagrosa imagen de la Madre de Dios y después de un rato, con respeto y devoción levantaron de aquel sitio el milagroso cuadro y lo colocaron en el puesto que había ocupado antes, sobre el altar.
Apenas estuvo colocado el cuadro en su sitio, llegaron otro tanto de mujeres del servicio y viendo la bendita imagen en aquella hermosura nunca vista y con el rostro tan encendido, renovada de colores toda la imagen, se quedaron asombradas y postrándose de rodillas todos los presentes hicieron adoración y todo aquel día estuvo llena de gente la humilde Capilla, pues muchos venían a dar gracias a Dios y a contemplar la maravillosa imagen y la celestial hermosura que se ve al presente.
La fama de tan impresionante suceso corrió rápidamente por todo el vecindario. Indios y españoles comenzaron a acudir de todos los alrededores, y en un par de meses todo el territorio del virreinato de Nueva Granada, estaba informado el acontecimiento, y los milagros empezaron a duplicarse.
A los 15 días llegó el párroco de Sutamarchán a comprobar el hecho. Se quedó admirado de la renovación milagrosa. Habiendo reverenciado a la Virgen con mucha devoción, llamó a los testigos que habían presenciado la Renovación y ante un escribano les hizo hacer declaraciones juramentadas de lo que habían visto, con todos sus detalles. Todos declararon bajo la gravedad del juramento lo que acabamos de narrar, y el 10 de enero de 1587 en sobre cerrado y sellado fueron enviadas estas declaraciones al Arzobispo de Santa Fe de Bogotá.
El Sr. Arzobispo ante la noticia de que de todas partes se dirigen peregrinos a rezar ante el famoso cuadro, envía a unos investigadores especiales a indagar todos los detalles y después de mil averiguaciones, los especialistas concluyen que lo acontecido es algo excepcional, algo divino. Entonces el Sr. Arzobispo en persona se va a visitar el cuadro y no le queda más que repetir las palabras que dijo Jacob en la Biblia: “Verdaderamente Dios está en este sitio, y yo no lo sabía” (Génesis 28, 16).
Las gentes acudían de todas la regiones y la Madre bendita comenzó a obrar curaciones y conversiones en favor de devotos. Pero el milagro más grande y más frecuente que la Virgen de Chiquinquirá hace a sus devotos es la de la conversión; que dejen su vida de pecado y empiecen una vida como Dios la desea.

Basílica de Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá, Departamento de Boyacá, Colombia

El Altar de Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá


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