martes, 18 de diciembre de 2018

18 de Diciembre: La Expectación del Parto de la Santísima Virgen o Fiesta de la O

Tomado del Año Cristiano o Ejercicios Devotos para Todos los Días del Año. Madrid, 1780. Diciembre. Día 18. Página 352.

LA EXPECTACIÓN DEL PARTO

De la Santísima Virgen, que también se llama la Fiesta de la O

Se celebra este día en la Iglesia de España, y en muchas Iglesias de Francia una Fiesta particular en honra de la Santísima Virgen, que en España se llama la Fiesta de la Expectación del Parto de la Santísima Virgen, y en Francia se llama la semana de preparación, porque esta fiesta comienza ocho días antes de Navidad, y continúa esta devoción todos los días hasta el del sagrado parto de la Santísima Virgen. De suerte, que esta fiesta es propiamente una Octava antes de Navidad, destinada toda a preparamos para el nacimiento del Salvador, por medio de una devoción particular al parto de su Santísima Madre.
Como la Anunciación de la Virgen era a un mismo tiempo la Encarnación del Verbo y la Concepción de Jesucristo, se celebraba su fiesta en la Iglesia desde los primeros tiempos el 25 de Marzo con una solemnidad general. Pero como esta fiesta caía algunas veces en Semana Santa, y aun en Viernes Santo, o en la semana de Pascua, se hallaba no sé qué inconveniente en celebrar la Encarnación del Verbo en un tiempo, que estaba destinado a solemnizar la triste memoria de su Pasión y su Muerte, o el triunfo de su Resurrección gloriosa. En el compendio de los Cánones que compuso Harmenópulo, se encuentra todavía una constitución del Patriarca Nicéforo, que dice, que si la fiesta de la Anunciación cae en Jueves o Viernes Santo, se podrá sin escrúpulo comer de pescado y beber vino.e celebra este día en la Iglesia de España, y en muchas Iglesias de Francia una Fiesta particular en honra de la Santísima Virgen, que en España se llama la Fiesta de la Expectación del Parto de la Santísima Virgen, y en Francia se llama la semana de preparación, porque esta fiesta comienza ocho días antes de Navidad, y continúa esta devoción todos los días hasta el del sagrado parto de la Santísima Virgen. De suerte, que esta fiesta es propiamente una Octava antes de Navidad, destinada toda a preparamos para el nacimiento del Salvador, por medio de una devoción particular al parto de su Santísima Madre.
Este inconveniente obligó a los Obispos del Concilio X de Toledo, celebrado el año 656, a trasladar esta fiesta al día 18 de Diciembre, ocho días antes de Navidad, como a un tiempo únicamente consagrado a celebrar la Encarnación del Hijo de Dios, y la divina maternidad de la Santísima Virgen. No pareciendo conveniente, dicen los Padres de aquel Concilio, celebrar la Encarnación del Verbo en un tiempo en que se Solemnizan la fiesta de su Muerte y de su Resurrección gloriosa, los Padres juzgaron debían ordenar que ocho días antes de Navidad se celebrara en España con toda la celebridad posible la fiesta particular de la Madre de Dios, para queasí como la fiesta de Navidad tiene una Octava solemne, así también la fiesta de la Madre de Dios no careciese de esta santa solemnidad. ¿Por ventura, añaden los mismos Padres, la Encarnación del Verbo no es una de las mayores fiestas de la Madre? La Iglesia de España tuvo por conveniente trasladar esta fiesta de la maternidad divina de la Santísima Virgen a este día, para darle una solemnidad perfecta y una Octava entera en tiempo de Adviento, el que no es propiamente otra cosa que una continuada fiesta del Misterio de la Encarnación, y de la augusta Maternidad de la Virgen. Esta Fiesta, dice el mencionado Concilio, estaba ya establecida en España y en otros muchos Reinos del Orbe católico.
No obstante, habiendo juzgado después la Iglesia de España que era más conveniente conformarse con la Iglesia Romana, que es la madre y maestra de todas las otras, y que siempre había perseverado celebrando la fiesta de la Anunciación el 25 de Marzo, como que era el día en que se había obrado el Misterio de la Encarnación, quiso sin embarga retener la fiesta de la Madre de Dios ocho días antes de Navidad, a la que desde entonces dio el nombre de la fiesta de la Expectación del Parto de la Santísima Virgen. Aunque la Iglesia Católica no haga otra fiesta de la Anunciación fuera de la del 25 de Marzo, sin embargo la Iglesia de Toledo celebra siempre las dos, la una a 25 de Marzo, por conformarse con la Iglesia Romana, que es la madre y maestra de todas las otras Iglesias; la otra a 18 de Diciembre, ocho días antes de Navidad, según el establecimiento de la Iglesia de Toledo, recibido después por todas las Iglesias de España, en donde esta fiesta se celebra con mucha pompa y devoción.
encarnacion_adviento6San Ildefonso, sucesor de San Eugenio en la Silla de la Iglesia de Toledo, y uno de los más devotos de la Madre de Dios, y muy celoso de su culto, confirmó este establecimiento, y fue quien le dio el nombre de Expectación del Parto de la Virgen Santísima, para dar a entender a los fieles, que aunque en todo el Adviento deben pedir y desear fervorosamente con la Iglesia el Nacimiento del Salvador, pero particularmente deben estos ocho días aumentar sus deseos, sus votos, sus ansias, sus suspiros por el sagrado Parto de la Santísima Virgen. El Papa Gregorio XIII: aprobó después esta fiesta, la que bien pronto pasó a Francia y, a otras partes, y se celebra todavía hoy con mucha magnificencia en muchas Iglesias. En España se celebra por ocho días continuos, con no menos pompa que piedad. Se dice todos los días una Misa solemne por la mañana, a la cual todas las mujeres preñadas, de cualquiera calidad y condición que sean, procuran asistir; y el no hacerlo, se mira como una especie de irreligión, y así puede decirse que son ocho días de fiesta para ellas.
Esta fiesta de la Expectación de la Virgen se llama también la fiesta de la O, a causa de los grandes deseos que manifiesta la Iglesia durante estos ocho días, de ver nacer al Salvador del mundo, y por los ardientes votos que hace y explica por medio de unas Antífonas particulares, que comienzan todas por la letra O: O Sapientia, O Adonai, O Radix Iesse, O Clavis David, O Oriens Splendor, O Rex gentium, O Enmanuel; y que acaban todas con un Veni:Venid a enseñarnos el camino de la prudencia. Venid, Señor, a redimirnos con la fuerza de vuestro poderoso brazo. Venid, Hijo de David, a ponernos en libertad, y no tardéis. Venid, Llave de David, y Rey de Israel, y sacad de la cárcel a los que gimen en las tinieblas y sombra de la muerte. Venid, luz del eterno día, Sol de justicia, y disipad las tinieblas en que vivimos. Venid, Rey de las naciones, y salvad al hombre que formasteis de la tierra: finalmente, venid, Manuel, Dios Grande, que queréis venir a habitar con nosotros; venid a salvarnos, pues sois nuestro Señor y nuestro Dios.
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Nuestra Señora de la Esperanza o de la O
Esto es lo que se llama las Oes, las que, como se ve, no son otra cosa sino unas cortas pero ardientes súplicas, sacadas todas de los más notables pasajes de la Escritura: por las cuales la Iglesia, entrando en el espíritu y en el sentido de los antiguos Patriarcas, y de los más santos Profetas, manifiesta a imitación de estos santos Personajes los ardientes deseos que tiene de ver nacer de la Santísima Virgen aquel divino Salvador, a quien Jacob llama la Esperanza o Expectación de las naciones, y el deseo de los collados eternos:[1] y el Profeta Ageo le llama el deseado de las naciones.[2]
Esta misma Expectación hacia prorrumpir a Isaías en estas expresiones que tienen, o parecen tener tanto de entusiasmo: Cielos, enviad de lo alto vuestra rocío, y hagan las nubes que el Justo baje como una lluvia: ábrase la tierra, y brote al Salvador, y nazca la justicia al mismo tiempo: Ojalá rompieras los Cielos y bajaras; a imitación de éste hablan todos los otros Profetas.
Adviento1Si todos los Santos del antiguo Testamento suspiraron con tanto ardor y con tanta ansia por el nacimiento del Salvador de mundo; ¿cuáles serían los deseos de la que este Señor había escogido para ser su Madre, sobre todo, cuando vio que se acercaba el tiempo de su dichoso parto? ¿Cuál la santa impaciencia de esta divina Madre, durante los ocho días que precedieron a su santo parto? ¡Con qué ardor, con qué ansia suspiraría por aquel feliz momento, en que debía dar al mundo a su divino Salvador, su Dios, la alegría del universo, la esperanza de todas las naciones, y la salud de todos los hombres! Pues todo esto sabía, era el fruto bendito de su vientre. No se duda que la Santa Virgen pasó todos estos ocho días en transportes de amor, en los más ardientes deseos, y en una continuada contemplación de las maravillas encerradas así en el Misterio de la Encarnación como en el del Nacimiento del Mesías. Estos votos reiterados de la criatura más santa, más amada de Dios, estos deseos inflamados de la hija muy amada de la Santísima Trinidad; estas ansias amorosas de la Inmaculada Madre del Verbo encarnado, esta santa preparación, esta expectación entusiástica de su parto son el objeto de la fiesta de este día, a la cual San Ildefonso dio el nombre de Expectación, bajo cuyo nombre se celebra el día de hoy.
En el día del sagrado parto de la Madre de Dios, dice Gersón, fueron oídos los deseos de los Patriarcas y Profetas; este dichoso día, añade él mismo, puede llamársela primera y principal fiesta de la Santísima Trinidad, pues es el día de sus más pasmosas maravillas.
encarnacion_maria01-copiaEntremos en el sentido de esta fiesta; honremos los ardientes deseos de la Madre con unos afectuosos deseos de ver nacer al Hijo. La devoción a la Santísima Virgen es la más eficaz preparación para todas las fiestas del Salvador. El culto que damos a la Madre, atrae sobre nosotros las gracias de predilección, que son tan necesarias para celebrar con fruto los más santos Misterios. Acordémonos, dice San Bernardo, de que así como no hay señal más sensible de predestinación que esta tierna y religiosa devoción a la Santísima Virgen, así tampoco hay socorro más eficaz para la salvación, que el suyo. Busquemos la gracia, añade el mismo Padre, y busquémosla por María, porque ella encuentra lo que busca, y nunca deja de alcanzar lo que pide. Ésta obtuvo la reparación de todo el mundo, ésta es la que alcanzó la salud de todos los hombres, porque es constante que tuvo mucho cuidado de que se salvara todo el género humano. Pero si queréis agradar a María, concluye el mismo Padre, de quien es cuanto vamos diciendo, si tenéis una verdadera devoción para con ella, manifestadla imitando su vida y sus Virtudes.
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[1] Gén. 49.
[2] Ageo 2.

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