12 de Diciembre
Año: 1531 / Lugar: Cerro TEPEYAC, México
Apariciones de la Siempre Virgen Santa María de Guadalupe
Vidente: San Juan Diego Cuauhtlatoatzin (~1474-1548)
Año: 1531 / Lugar: Cerro TEPEYAC, México
Apariciones de la Siempre Virgen Santa María de Guadalupe
Vidente: San Juan Diego Cuauhtlatoatzin (~1474-1548)
Apariciones de la Siempre Virgen Santa María de Guadalupe
La Virgen María se apareció en cuatro ocasiones a San Juan Diego Cuauhtlatoatzin en el Cerro del Tepeyac, y una quinta vez en el pueblo de Santa María Tulpetlac, Estado de México, en la cual curó a Juan Bernardino, tío de Juan Diego. En la primera Aparición, la Virgen le pidió a Juan Diego que se presentara ante el primer Obispo de México, Juan de Zumárraga, y le manifestara Su deseo de que se le construyese un Templo en ese lugar. El Obispo no le creyó hasta que ocurrió el Milagro de las rosas de Castilla y la Aparición de la Imagen de la Virgen grabada en la tilma de Juan Diego.
La última Aparición ocurrió el 12 de diciembre de 1531. La fuente más importante que las relata fue el mismo Juan Diego que habría contado todo lo que había acontecido. Posteriormente esta tradición oral fue recogida en un escrito con sonido náhuatl pero con caracteres latinos (técnica que ningún español sabía hacer y que sólo muy rara vez usaban los indígenas); este escrito es llamado el “Nican mopohua”, llamado así porque comienza con esas dos palabras que significan “Aquí se narra”, y es atribuido al indígena Antonio Valeriano (1522-1605).
Al pie del Cerro Tepeyac, en la Ciudad de México, se encuentra el Santuario Mariano conocido oficialmente como, Insigne y Nacional Basílica de Santa María de Guadalupe, donde se guarda y venera la Reliquia de la Aparición de la Virgen, conocida como el Ayate o Tilma de Juan Diego.
El escritor indígena Antonio Valeriano en su obra ‘Nicán Nopohua’, escrita en la lengua de los aztecas a los doce años de las Apariciones, narra los hechos así:
“Un sábado de 1531 a pocos días del mes de diciembre, un indio de nombre Juan Diego iba muy de madrugada del pueblo en que residía a Tlatelolco, a tomar parte en el culto divino. Al llegar junto al cerrillo llamado Tepeyac, amanecía y escuchó que le llamaban de arriba del cerrillo: “Juanito, Juan Dieguito.” Él subió a la cumbre y vio a una Señora de sobrehumana grandeza, cuyo vestido era radiante como el sol, la cual con palabra muy cortés le dijo:
“Juanito, el más pequeño de Mis hijos, sabe y ten entendido que Yo soy la SIEMPRE VIRGEN MARÍA, MADRE DEL VERDADERÍSIMO DIOS POR QUIEN SE VIVE, el Creador de las personas, el Dueño del Cielo, el Dueño de la Tierra, y Mi deseo es que se Me levante un Templo en este sitio, donde como Madre piadosa tuya y de tus semejantes, mostraré Mi clemencia amorosa y la compasión que tengo de los naturales y de aquellos que Me aman y Me buscan, y de todos los que solicitaren Mi amparo y Me llamaren en sus trabajos y aflicciones, y donde oiré sus lágrimas y ruegos para darles consuelo y alivio. Ve al Obispo de México a manifestarle lo que mucho deseo. Anda y pon en ello todo tu esfuerzo.”
Cuando llegó Juan Diego a la presencia del obispo, Don Fray Juan de Zumárraga, religioso de San Francisco, éste pareció no darle crédito y le respondió: “Otra vez vendrás y te oiré más despacio.”
Juan Diego volvió a la cumbre del cerrillo, donde la Señora del Cielo le estaba esperando y le dijo: “Señora, expuse Tu Mensaje al Obispo, pero pareció que no lo tuvo por cierto. Por lo cual, Te ruego que encargues a uno de los principales que lleve Tu Mensaje para que le crean, porque yo soy un hombrecillo.” Ella le respondió:
“Mucho te ruego, hijo Mío, a que otra vez vayas mañana a ver al Obispo y le digas que Yo en Persona, la SIEMPRE VIRGEN SANTA MARÍA, MADRE DE DIOS, Soy quien te envío.”
Pero al día siguiente, domingo, el Obispo tampoco le dio crédito.
El lunes Juan Diego ya no volvió. Su tío Juan Bernardino se puso muy grave y le rogó que fuera a Tlatelolco a llamar a un sacerdote para que fuera a confesarle. Salió Juan Diego el martes, pero dio vuelta al cerrillo para llegar pronto a México y no lo detuviera la Señora del Cielo. Pero Ella le salió al encuentro y le dijo:
“Hijo Mío, el más pequeño, no se turbe tu corazón ni te inquiete cosa alguna. ¿No estoy Yo aquí que Soy tu Madre? ¿No estás bajo Mi sombra? ¿No soy Yo tu salud? ¿No estás por ventura en Mi regazo? ¿Qué más necesitas? No te aflija la enfermedad de tu tío, está seguro que ya sanó. Sube ahora, hijo Mío, a la cumbre del cerrillo, donde hallarás diferentes flores, córtalas y tráelas a Mi Presencia.”
Cuando lo hubo hecho, le dijo:
Cuando lo hubo hecho, le dijo:
“Hijo Mío, ésta es la prueba y señal que llevarás al Obispo. Tú eres Mi embajador muy digno de confianza.”
Juan Diego se puso en camino ya contento y seguro de salir bien. Al llegar a la presencia del Obispo, le dijo: “Señor, hice lo que me ordenaste. La Señora del Cielo condescendió con tu recado y lo cumplió.”
Desenvolvió luego su blanca manta y así que se esparcieron por el suelo las diferentes rosas de Castilla, se dibujó en ella y apareció de repente la preciosa Imagen de la SIEMPRE VIRGEN SANTA MARÍA, MADRE DE DIOS, de la manera que está y se guarda hoy en Su Templo de Tepeyac. La ciudad entera se conmovió y venía a ver y admirar Su devota Imagen y a hacerle oración y se Le nombró como bien había de nombrársele: La Siempre Virgen Santa María de Guadalupe.”
Descripción de la Imagen de Guadalupe
La estatura de la Virgen en el ayate es de 143 centímetros y representa a una joven cuya edad aproximada es de 18 a 20 años. Su rostro es moreno, ovalado y en actitud de profunda oración. Su semblante es dulce, fresco, amable, refleja amor y ternura, además de una gran fortaleza.
La Virgen de Guadalupe es mestiza. Su Rostro, ni indio ni blanco, invita a la paz entre vencedores y vencidos, entre blancos e indígenas, porque Ella es la Madre de todos.
El color de su manto es verde-azulado. Entre los aztecas sólo el emperador podía vestir ese color. Al presentarse con este color es como si dijera que es la Emperadora, la Reina del Universo.
Los rayos del Sol, divinidad azteca, la rodean. Brillan más a la altura de Su vientre donde lleva al Niño, como si procedieran de Su Divino Hijo que es el Sol de Justicia. Es la Mujer vestida de Sol del Apocalipsis.
Sus manos están juntas, en señal del recogimiento de la Virgen en profunda oración. La derecha es más blanca y estilizada, la izquierda es morena y más llena, podrían simbolizar la unión de dos razas distintas.
Lleva el cabello suelto, lo que entre los aztecas era señal de una mujer glorificada con un hijo en el vientre.
La Virgen tiene una cinta en el vientre, símbolo para los aztecas de que está encinta. Su gravidez se constata por la forma aumentada del abdomen, donde se destaca una mayor prominencia vertical que trasversal, corresponde a un embarazo casi en su última etapa. La imagen representa a la Virgen de Guadalupe como la Madre de Dios y marca el lugar donde se encuentra Nuestro Señor Jesús en su vientre.
La flor de cuatro pétalos o Nahui Ollin en la túnica, es el el máximo símbolo náhuatl y representa la presencia de Dios, la plenitud, el centro del espacio y del tiempo.
La Luna a Sus pies, se presenta entre el día y la noche. “Metz-xis-co” significa, “en el centro de la luna”. El Ángel tiene alas de quetzal, pelícano y guacamaya. Une la túnica que representa la Tierra con el manto, que representa el Cielo.
RESULTADOS DE LOS ESTUDIOS CIENTÍFICOS
DE LA TILMA O AYATE DE JUAN DIEGO
Una Extraordinaria Conservación
En primer lugar la milagrosa conservación del tejido en el que se imprimió la Imagen de la Virgen. La Tilma de Juan Diego está tejida de fibra de ayate (de la especie mejicana llamada “agave potula zac”) que se desintegra a los 20 ó 30 años. Mientras tanto, a casi 500 años del milagro, la Imagen de María sigue tan firme como el primer día. La ciencia no se explica el origen de la incorruptibilidad de la tela.
No hay restos de pintura
No se ha descubierto ningún rastro de pintura en la tela. De hecho, a una distancia de 10 centímetros de la imagen, sólo se ve la tela de maguey en crudo: los colores desaparecen. Estudios científicos no logran descubrir el origen de la coloración que forma la Imagen, ni la forma en que la misma fue pintada. No se detectan rastros de pinceladas ni de otra técnica conocida de pintura. Los colorantes de la Imagen no pertenecen al reino vegetal, mineral ni animal. Se ha hecho pasar un rayo láser en forma lateral sobre la tela, detectándose que la coloración de la misma no está ni en el anverso ni en el reverso, sino que los colores flotan a una distancia de tres décimas de milímetro sobre el tejido, sin tocarlo.
Características parecidas a las del cuerpo humano
Uno de Los médicos que analizó la Tilma colocó su estetoscopio debajo de la cinta que María posee (señal de que está embarazada) y escuchó latidos que rítmicamente se repiten a 115 pulsaciones por minuto, igual que un bebé en el vientre materno. Además, la temperatura de la fibra de maguey con que está construida la Tilma mantiene una temperatura constante de 36,6 grados, la misma que el cuerpo de una persona viva.
Ojos que encierran un enigma
Estudios oftalmológicos realizados a los Ojos de María han detectado que al acercarles luz, la retina se contrae y al retirar la luz, se vuelve a dilatar, exactamente como ocurre en un ojo vivo. La ciencia descubrió que los Ojos de María poseen los tres efectos de refracción de la imagen de un ojo humano.
En Los Ojos de María (de tan sólo 7 y 8 mm) se descubrieron diminutas imágenes humanas, que ningún artista podría pintar. Son dos escenas y las dos se repiten en ambos ojos. La imagen de los Ojos de María fue agrandada mediante tecnología digital, revelando que en Sus Ojos está retratada la imagen del indio Juan Diego abriendo su Tilma frente al obispo Zumárraga.
El solsticio de invierno, el Día del Milagro.
El martes 12 de diciembre de 1531 ocurrió la aparición de la Santa Imagen de la Virgen de Guadalupe en el ayate de Juan Diego. La mañana de ese mismo día tuvo lugar el solsticio de invierno, que para las culturas prehispánicas significaba: el Sol moribundo que vuelve a cobrar vigor, el nacimiento del nuevo Sol, el retorno de la vida. Ya que el solsticio de invierno es el punto en el cual la Tierra, en su recorrido en torno al Sol, da un cambio de dirección en su órbita y comienza a acercarse al astro rey. Con este cambio de dirección se tiene la impresión de que el Sol va recobrando su fuerza y que el invierno va debilitándose.
Para los indígenas el solsticio de invierno era el día más importante en su calendario religioso, era el día en que el Sol vence a las tinieblas y surge victorioso. Por esto no es casual que precisamente en ese día la Virgen de Guadalupe haya presentado a su Hijo Jesús a los pueblos indígenas porque así ellos pudieron comprender que Ella traía en Su seno al Dios verdadero.
Las Estrellas del Manto de la Virgen.
Se comprueba, con admirable exactitud, que en el manto de la Virgen de Guadalupe está reproducido el cielo del momento de la Aparición: la mañana del solsticio de invierno de 1531.
En el manto están representadas las estrellas más brillantes de las principales constelaciones visibles desde el Valle del Anáhuac aquella madrugada del 12 de diciembre. Allí están las constelaciones completas. Como si nuestra Madre hubiera querido dejarnos su firma, fecha y hora exacta de Su Aparición: 16,40 horas, del día 12 de diciembre de 1531.
La Imagen es tal y como la detalla el Libro del Apocalipsis, capítulo 12: “Apareció en el Cielo una señal grande, una Mujer envuelta en el Sol, con la luna debajo de sus pies.” Y por último, ‘Coatlaxope’ = ‘Guadalupe’, significa en el idioma indígena: “Que aplasta la cabeza a la serpiente”.
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Milagro en la Basílica de Guadalupe
Durante una misa ofrecida por los niños mártires abortados se produjo un milagro en presencia de miles de testigos. Luego de la celebración de la santa misa los peregrinos comenzaron a observar atónitos y a tomar fotos del Ayate del Tepeyac al ver con sus propios ojos como desde el vientre de la imagen comenzó a brillar una intensa luz.
La imagen de la Virgen comenzó como a “retirarse” y comenzó a brillar una luz intensa que salía de Su vientre, esta luz tomó forma de un embrión. Dicha forma coincide exactamente tanto en forma como también en su ubicación al de un embrión en el vientre materno.
Fuente:
https://es.wikipedia.org/wiki/Nuestra_Se%C3%B1ora_de_Guadalupe_(M%C3%A9xico)
P. Ángel Peña O.A.R. Lima, Perú, 2001. “APARICIONES Y MENSAJES DE MARÍA, Primera Parte, Apariciones Aprobadas por la Iglesia”.
https://es.wikipedia.org/wiki/Nuestra_Se%C3%B1ora_de_Guadalupe_(M%C3%A9xico)
P. Ángel Peña O.A.R. Lima, Perú, 2001. “APARICIONES Y MENSAJES DE MARÍA, Primera Parte, Apariciones Aprobadas por la Iglesia”.
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Teoría, hipótesis y análisis por parte del Dr. Antonio Yagüe de las estrellas del manto en la imagen de la Virgen de Guadalupe desde la perspectiva del simbolismo de la Astronomía Sagrada.
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