Aparición de la Virgen a Santo Domingo de Guzmán
Domingo de Guzmán era un Santo Sacerdote español que fue al sur de Francia para convertir a los que se habían apartado de la Iglesia por la herejía albigense. Ésta enseñaba que existen dos dioses, uno del bien y otro del mal. El bueno creó todo lo espiritual. El malo, todo lo material. Como consecuencia, para los albigenses, todo lo material era malo. También negaban los Sacramentos y la verdad de que María es la Madre de Dios. Se rehusaban a reconocer al Papa y establecieron sus propias normas y creencias. Santo Domingo se empeñó en el combate de dicha secta, pero sin embargo no conseguía sobrepujar el ímpetu de los herejes, que continuaban pervirtiendo a los fieles católicos. Y los que no lo aceptaban eran masacrados.
Convencido de que los herejes Cátaros,
debían ser convertidos al catolicismo, comenzó a formar el movimiento de Predicadores.
De acuerdo con el Papa Inocencio III, en 1206, al terminar las embajadas, se
estableció en el Languedoc como predicador entre los cátaros, y en 1206 establece una primera casa
femenina en Prouille. El convento se encontraba junto a una Capilla dedicada a
La Virgen. Según la antigua tradición fue en el año de 1208, en esta Capilla
donde Domingo, desolado, le suplicó a la Virgen Santísima que le señalase un
arma espiritual eficaz, capaz de derrotar a aquellos terribles adversarios de
la Santa Iglesia. En 1215 se establece en Toulouse, capital histórica de la provincia
del Languedoc, y funda la primera casa masculina de su Orden de Predicadores. La Virgen se le Apareció. Santo Domingo
contaba que vio a la Virgen sosteniendo en Su Mano un Rosario, que le enseñó a
recitarlo; dijo que lo predicara por
todo el mundo, prometiéndole que muchos pecadores se convertirían y obtendrían
abundantes Gracias. El Santo se levantó muy consolado y abrasado de celo
por el bien de estos pueblos, entró en la Catedral y en ese momento sonaron las
campanas para reunir a los habitantes. En todas partes reconquistaba almas: Los
católicos tibios se enfervorizaban, los fervorosos se santificaban; las Órdenes
Religiosas florecían; convertía a los herejes que, abjurando de sus errores,
regresaban a la Iglesia por millares; los pecadores se arrepentían y hacían
penitencia; expulsaba a los demonios de los posesos; obraba milagros y
curaciones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario