Aparición de la Virgen de La Salette
La Aparición es narrada por: Sor
María de La Cruz, Víctima de Jesús, nacida Mélanie Calvat, Pastora de la
Salette. Castellamare, 21 de Noviembre de 1878.
I
El 18 de Setiembre, víspera de
la santa Aparición de la Santa Virgen, me encontraba sola, como de costumbre,
cuidando las cuatro vacas de mis amos. Hacia las once de la mañana vi venir
hacia mí un muchachito. Al verlo, me asusté, pues me parecía que todo el mundo
debía ya saber que yo huía toda clase de compañía. El niño se me acercó y me
dijo: —"Pequeña, voy contigo. Yo soy también de Corps". Ante estas
palabras mi mal genio se hizo ver enseguida, y retrocediendo unos pasos, le
dije: —"No quiero a nadie aquí, quiero estar sola". Luego me alejé,
pero el niño me seguía diciéndome: —"Vamos, déjame estar contigo, mi
patrón me dijo que viniera a cuidar mis vacas con las tuyas; soy de
Corps".
Un momento después miro detrás de mí y encuentro a Maximin sentado muy
cerca. Enseguida me dijo: "Déjame estar a tu lado, me portaré bien".
Pero mi mal genio no entendió razones. Me levanto con precipitación, huyo un
poco más lejos sin decirle nada, y me pongo a jugar nuevamente con las flores
de Dios. Al instante, Maximin estaba otra vez allí diciéndome que se portaría
bien, que no hablaría, que se aburriría estando solo, que su patrón le había
mandado conmigo... etc. Esta vez tuve lástima, le indiqué que se sentara, y
continué con las flores de Dios.
II
Al despertarme y no ver
nuestras vacas llamo a Maximin y trepo el pequeño montículo. Habiendo visto que
nuestras vacas estaban tranquilamente recostadas, yo bajaba de allí y Maximin
subía, cuando, de pronto, veo una bella luz más brillante que el sol, y apenas
he podido decir estas palabras: —"¿Maximin, ves, allá? ¡Ah! ¡Dios mío!
"Al mismo tiempo dejo caer el bastón que tenía en la mano. No sé qué de
delicioso acontecía en mí en ese momento, pero yo me sentía atraída, sentía un
gran respeto lleno de amor, y mi corazón hubiera querido correr más rápido que
yo.
“Acercaos,
hijitos Míos, no tengáis temor, estoy aquí para anunciaros una gran noticia.”
Estas dulces y suaves palabras
me hicieron volar hacia Ella, y mi corazón hubiese querido estrecharse a Ella
para siempre. Habiendo llegado muy cerca de la Bella Señora, frente a Ella, a
su derecha, comienza Ella Su discurso y también las Lágrimas comienzan a correr
de Sus bellos Ojos.
“Si Mi pueblo no quiere someterse estoy forzada a dejar libre la Mano de Mi
Hijo. Es tan grave y pesada que no puedo retenerla más.
Os he dado seis días para trabajar, Me he reservado el séptimo, y no se quiere
acordármelo. Esto es lo que hace tan pesado el Brazo de Mi Hijo.
Si la cosecha se echa a perder, sólo es a causa de vosotros.
“Si la cosecha se arruina es sólo por vosotros; os lo he hecho ver el año
pasado con las papas y vosotros no habéis hecho caso de ello, al contrario,
cuando encontrabais las arruinadas, jurabais y usabais el Nombre de Mi Hijo.
Van a seguir echándose a perder, y en Navidad no habrá más.
“Melanie, lo que voy a decirte ahora no
permanecerá siempre en secreto. Podrás publicarlo en 1858.
1. Los Sacerdotes, Ministros de Mi Hijo, los Sacerdotes, por su
mala vida, por sus irreverencias y su impiedad al celebrar los Santos
Misterios, por amor del dinero, por amor del honor y de los placeres, los Sacerdotes
se han transformado en cloacas de impureza.
2. Sí, los Sacerdotes reclaman venganza, y la venganza está
suspendida sobre sus cabezas. ¡Desdicha de los Sacerdotes y las personas Consagradas
a Dios que por sus infidelidades y su mala vida Crucifican de nuevo a Mi Hijo!
Los pecados de las personas Consagradas a Dios claman al Cielo, y llaman la
venganza, y he aquí que la venganza está a sus puertas, pues no hay más nadie
para implorar misericordia y perdón para el pueblo; no hay más almas generosas,
no hay más persona digna de ofrecer la Víctima sin mancha al Eterno en favor
del mundo.
3. Dios va a golpear de una manera sin ejemplo. ¡Desdichados los
habitantes de la Tierra! Dios va a agotar Su Cólera, y nadie podrá sustraerse a
tantos males reunidos.
4. Los jefes, los conductores del pueblo de Dios, han descuidado la
oración y la penitencia, y el demonio ha oscurecido sus inteligencias; se han
convertido en esas estrellas errantes que el viejo diablo arrastrará con su
cola para hacerlos perecer. Dios permitirá a la antigua serpiente poner
divisiones entre los que reinan, en todas las sociedades y en toda las
familias; se sufrirán penas físicas y morales; Dios abandonará los hombres a sí
mismos y enviará Castigos que se sucederán durante más de treinta y cinco años.
La sociedad está en la víspera de las plagas más terribles y de los más grandes
acontecimientos; hay que esperar ser gobernado por una vara de hierro y beber
el cáliz de la Cólera de Dios.
5. Que el Vicario de Mi Hijo, el Soberano Pontífice Pío IX, no
salga más de Roma después del año 1859; pero que sea firme y generoso, que
combata con las armas de la fe y del amor; Yo estaré con él. Que desconfíe de
Napoleón; su corazón es doble y cuando querrá ser a la vez papa y emperador,
enseguida Dios se retirará de él; él es esa águila que, queriendo siempre
elevarse, caerá sobre la espada con que deseaba servirse para obligar a los
pueblos a elevarle.
6. Italia será castigada por su ambición al querer sacudirse el
yugo del Señor de los Señores; también ella será entregada a la guerra, la
sangre correrá por todas partes; las iglesias serán cerradas o profanadas; los
Sacerdotes, los Religiosos serán expulsados; se los hará morir y morir de una
muerte cruel. Muchos abandonarán la Fe y será grande el número de los
Sacerdotes y Religiosos que se apartarán de la verdadera religión; entre estas
personas habrá incluso Obispos.
7. Que el Papa se cuide de los hacedores de milagros, pues ha
llegado el tiempo en que los prodigios más asombrosos tendrán lugar sobre la Tierra
y en los aires.
8. En el año 1864, Lucifer con un gran número de demonios serán
soltados del infierno: abolirán la fe poco a poco, incluso en las personas Consagradas
a Dios; los cegarán de tal manera, que, a menos de una Gracia particular, estas
personas tomarán el espíritu de esos ángeles malos; muchas casas religiosas
perderán enteramente la fe y perderán muchas almas.
9. Los malos libros abundarán sobre la Tierra y los espíritus de
las tinieblas extenderán en todas partes un relajamiento universal para todo
lo que concierne al servicio de Dios; tendrán un gran poder sobre la
naturaleza; habrá iglesias para servir a estos espíritus. De un lado a otro
serán transportadas personas por estos malos espíritus e incluso Sacerdotes,
pues ellos no se habrán conducido según el buen espíritu del Evangelio, que es
espíritu de humildad, de caridad y de celo por la Gloria de Dios. Se resucitará
a muertos y a justos [es decir que esos muertos tomarán la figura de almas justas
que han vivido sobre la Tierra, con el fin de seducir mejor a los hombres;
éstos, que se dicen muertos resucitados, que no serán sino el demonio bajo sus
figuras, predicarán otro Evangelio contrario al del verdadero Cristo-Jesús,
negando la existencia del Cielo o aún las almas de los condenados. Todas estas
almas parecerán unidas a sus cuerpos] (nota de Melanie). Habrá en todas partes
prodigios extraordinarios, puesto que la verdadera fe se ha extinguido y la
falsa luz ilumina al mundo. Desdichados los Príncipes de la Iglesia que sólo se
hayan ocupado en acumular riquezas sobre riquezas, en salvaguardar su autoridad
y en dominar con orgullo.
10. El
Vicario de Mi Hijo tendrá mucho que sufrir, pues, por un tiempo, la Iglesia
será librada a grandes persecuciones; esto será el tiempo de las tinieblas; la Iglesia
tendrá una crisis terrible. Olvidada la santa fe de Dios, cada individuo querrá guiarse por
sí mismo y ser superior a sus semejantes. Se abolirán los poderes civiles y
eclesiásticos, todo orden y toda justicia serán pisoteados; sólo se verán homicidios,
odio, celos, mentira y discordia, sin amor por la patria ni por la familia. El
Santo Padre sufrirá mucho. Yo estaré con él hasta el fin para recibir su
sacrificio. Los malvados atentarán muchas veces contra su vida sin poder
dañarle; pero ni él ni su sucesor... verán el triunfo de la Iglesia de Dios.
11. Los
gobiernos civiles tendrán todos, un mismo designio, que será abolir y hacer
desaparecer todo principio religioso para hacer lugar al materialismo, al
ateísmo, al espiritismo y a toda clase de vicios. En el año 1865 se verá la
abominación en los lugares santos; en los conventos, las flores de la Iglesia
se pudrirán y el demonio se hará como rey de los corazones. Que los que están a
la cabeza de las comunidades religiosas tengan cuidado con las personas que
deben recibir, pues el demonio hará uso de toda su malicia para introducir en
las órdenes religiosas personas entregadas al pecado, ya que los desórdenes y
el amor de los placeres carnales serán extendidos por toda la Tierra.
12. Francia,
Italia, España e Inglaterra estarán en guerra; la sangre correrá en las calles,
el francés combatirá con el francés, el italiano con el italiano; luego habrá
una guerra general que será espantosa. Por un tiempo Dios no se acordará de
Francia ni de Italia, puesto que el Evangelio de Jesucristo no se conoce ya
más. Los malvados desplegarán toda su malicia; se matará, se masacrará mutuamente
hasta en las casas.
13. Al primer
golpe del rayo de Su espada las montañas y la Tierra entera temblarán de pavor,
puesto que los desórdenes y los crímenes de los hombres traspasan la bóveda de
los Cielos. París será quemada y Marsella será engullida por el mar, muchas
grandes ciudades serán sacudidas y engullidas por terremotos: se creerá que
todo está perdido; sólo se verán homicidios, sólo se oirán estrépito de armas y
blasfemias. Los justos sufrirán mucho; sus oraciones, sus penitencias y sus
lágrimas subirán hasta el Cielo y todo el pueblo de Dios pedirá perdón y
misericordia, y pedirá Mi Ayuda y Mi Intercesión. Entonces, Jesucristo, por un
acto de Su Justicia y de Su Misericordia, ordenará a Sus Ángeles que todos Sus
enemigos sean ejecutados. De pronto, los perseguidores de la Iglesia de
Jesucristo y todos los hombres entregados al pecado perecerán, y la Tierra será
como un desierto. Entonces se hará la paz, la reconciliación de Dios con los
hombres. Jesucristo será servido, adorado y glorificado; en todas partes
florecerá la caridad. Los nuevos reyes serán el brazo derecho de la Santa
Iglesia que será fuerte, humilde, piadosa, pobre, celosa e imitadora de las
virtudes de Jesucristo. El Evangelio será predicado en todas partes, y los
hombres harán grandes progresos en la fe, porque habrá unidad entre los
obreros de Jesucristo y los hombres vivirán en el temor de Dios. Un precursor
del anticristo con sus ejércitos de varias naciones combatirá contra el
verdadero Cristo, el único Salvador del mundo; derramará mucha sangre y querrá
aniquilar el culto de Dios para hacerse tener como un Dios. Esta paz entre los
hombres no será larga; veinticinco años de abundantes cosechas les harán
olvidar que los pecados de los hombres son causa de todas las aflicciones que
acontecen sobre la Tierra.
14. La Tierra
será golpeada por toda clase de plagas (además de la peste y el hambre, que
serán generales); habrá guerras hasta la última guerra, que será hecha por los
diez reyes del anticristo, que tendrán todos un mismo designio, y serán los
únicos que gobernarán el mundo. Antes que esto acontezca habrá una especie de
falsa paz en el mundo; sólo se pensará en divertirse; los malvados se
entregarán a toda clase de pecados, pero los hijos de la Santa Iglesia, los
hijos de la Fe, Mis verdaderos imitadores, crecerán en el amor de Dios y en las
virtudes que Me son más queridas. Dichosas las almas humildes conducidas por el
Espíritu Santo. Yo combatiré con ellas hasta que lleguen a la plenitud del Tiempo.
15. La
naturaleza reclama venganza para los hombres, y, esperando lo que debe ocurrir
a la Tierra manchada de crímenes, se estremece de pavor. Tiembla, Tierra,
temblad vosotros, los que hacéis profesión de servir a Jesucristo y que por
dentro os adoráis a vosotros mismos; pues Dios va a entregaros a su enemigo,
puesto que los lugares santos se hallan en la corrupción; muchos conventos no
son más las casas de Dios sino el pasto de Asmodeo y los suyos. Será durante
este tiempo que nacerá el anticristo, de una religiosa hebrea, de una falsa
virgen que tendrá comunicación con la antigua serpiente, el señor de la
impureza; su padre será Ev.; al nacer vomitará blasfemias, tendrá dientes;
será, en una palabra, el diablo encarnado; lanzará gritos terribles, hará
prodigios, sólo se alimentará de impurezas. Tendrá hermanos que, aunque no sean
demonios encarnados como él, serán hijos del mal; a los doce años se señalarán
por sus valientes victorias, pronto estará cada uno a la cabeza de ejércitos
asistidos por legiones del infierno.
16. Las
estaciones se alterarán, la Tierra sólo producirá malos frutos, los astros perderán
sus movimientos regulares, la luna sólo reflejará una débil luz rojiza; el agua
y el fuego darán al orbe de la Tierra movimientos convulsivos y horribles
terremotos que engullirán montañas, ciudades, etc. Roma perderá la fe y se
convertirá en la sede del anticristo. Los demonios del aire con el anticristo
harán grandes prodigios sobre la Tierra y en los aires, y los hombres se
pervertirán cada vez más. Dios cuidará de sus fieles servidores y de los
hombres de buena voluntad; el Evangelio será predicado en todas partes, ¡Todos
los pueblos y todas las naciones tendrán conocimiento de la Verdad!
17. Yo dirijo
un apremiante llamado a la Tierra; llamo a los verdaderos discípulos de Dios
Viviente y Reinante en los Cielos; llamo a los verdaderos imitadores de Cristo
hecho Hombre, el único y verdadero Salvador de los hombres; llamo a Mis hijos,
Mis verdaderos devotos, aquellos que se han entregado a Mí para que los
conduzca a Mi Hijo Divino, aquellos que, por así decir, llevo en Mis Brazos;
aquellos que han vivido de Mi espíritu; llamo, en fin, a los apóstoles de los últimos tiempos, los fieles discípulos de
Jesucristo que han vivido en desprecio del mundo y de sí mismos, en la pobreza
y en la humildad, en el desprecio y en el silencio, en la oración y en la
mortificación, en la castidad y en la unión con Dios, en el sufrimiento, y
desconocidos del mundo. Es tiempo de que salgan y vengan a iluminar la Tierra.
Id y mostraos como Mis hijos queridos, Yo estoy con vosotros y en vosotros, con
tal vuestra Fe sea la Luz que os ilumine en estos días de infortunio. Que
vuestro celo os haga como hambrientos de la Gloria y del Honor de Jesucristo.
Combatid, hijos de la Luz, vosotros, los pocos que veis, pues he aquí el Tiempo
de los Tiempos, el fin de los fines.
18. La
Iglesia será eclipsada, el mundo se hallará en la consternación. Pero he aquí a
Enoch y Elías llenos del Espíritu de
Dios; ellos predicarán con la fuerza de Dios, y los hombres de buena
voluntad creerán en Dios, y muchas almas serán consoladas; harán grandes
progresos por virtud del Espíritu Santo y condenarán los errores diabólicos del
anticristo. ¡Desdichados los habitantes de la Tierra! Habrá guerras sangrientas
y hambres, pestes y enfermedades contagiosas; habrá lluvias de un espantoso
granizo de animales, truenos que sacudirán las ciudades, terremotos que
engullirán países; se oirán voces en los aires, los hombres se darán de golpes
con su cabeza en los muros; llamarán a la muerte y, por otro lado, la muerte
hará su suplicio, la sangre correrá por todas partes. ¿Quién podrá vencer, si
Dios no disminuye el tiempo de la prueba? Por la sangre, las lágrimas y las
oraciones de los justos Dios se dejará doblegar; Enoch y Elías serán matados;
Roma pagana desaparecerá; el fuego del cielo caerá y consumirá tres ciudades;
todo el universo será sacudido de terror, y muchos se dejarán seducir porque
no han adorado al verdadero Cristo Viviente entre ellos. Es el momento; el sol
se oscurece; sólo la Fe vivirá.
19. He aquí
el tiempo; el abismo se abre. He aquí el rey de los reyes de las tinieblas. He
aquí a la bestia con sus súbditos, diciéndose salvador del mundo. Se elevará
con orgullo en los aires para ir hasta el cielo; será ahogado por el soplo de
San Miguel Arcángel. Caerá, y la Tierra, que desde hace tres días estará en
continuas evoluciones, abrirá su seno lleno de fuego, él será sumergido para
siempre con todos los suyos en los abismos eternos del infierno.
20. Entonces
el agua y el fuego purificarán la Tierra y consumirán todas las obras del
orgullo de los hombres y todo será renovado: Dios será servido y glorificado.”
IV
Enseguida
la Santa Virgen me dio, también en francés, la Regla de una nueva Orden Religiosa.
Después de darme la Regla de esta nueva Orden Religiosa, la Santa Virgen
continuó así Su Discurso:
“Si ellos se convierten, las piedras y las rocas se transformarán en trigo, las
papas se encontrarán sembradas en los campos. ¿Hacéis bien vuestra oración,
hijos Míos?”
Respondimos los dos: "¡Oh!
no, Señora, no muy bien".
“¡Ah! hijos Míos, hay que hacerla bien, por la noche y por la mañana. Cuando no
podáis hacer mejor, decid un Pater y un Ave María; y, cuando tengáis tiempo y
podáis hacerla mejor, diréis más.”
“¿No habéis visto el trigo echado a perder, hijos míos?”
La Santa Virgen dijo dirigiéndose a Maximin:
“Pero tú, hijo
Mío, tú debes haberlo visto con tu padre una vez cerca de Corps. El hombre del
terreno dijo a tu, padre: ‘Venid a ver cómo mi trigo se arruina’. Vosotros
fuisteis. Tu padre tomó dos o tres espigas en su mano, las frotó, y cayeron
hechas polvo. Luego, al volver, cuando no estabais a más de media hora de
Corps, tu padre te dio un pedazo de pan diciéndote: ‘Toma, hijo mío, come este
año, pues no sé quién comerá el año próximo si el trigo se echa a perder’.”
“Y bien, hijos
Míos, vosotros lo transmitiréis a todo mi pueblo.”
“Y bien, hijos Míos, vosotros lo transmitiréis a todo Mi pueblo.”
Con Mi Señora, yo creía haber olvidado el paraíso; sólo tenía el pensamiento de
servirla bien en todo y creía que hubiese podido hacer todo lo que ella me
hubiese dicho, pues me parecía que Ella tenía mucho poder. Me contemplaba con
una tierna bondad que me atraía hacia Ella; hubiese querido arrojarme a Sus Brazos
con los ojos cerrados. Ella no me ha dado el tiempo para hacerlo. Se elevó
insensiblemente de la tierra hasta una altura de cerca de un metro y algo más,
y quedándose así suspendida en el aire un brevísimo instante, Mi Bella Señora
miró el cielo, luego la tierra a su derecha y a su izquierda, luego me miró con
ojos tan dulces, tan amables y tan buenos, que yo creía que me atraía a su
interior y me parecía que mi corazón se abría al Suyo.
V
Al anochecer del 19 de Setiembre,
nos retiramos un poco más temprano que de costumbre. Al llegar a casa de mis
patrones me ocupé en atar mis vacas y en poner todo en orden en el establo. No
había terminado aún, cuando mi patrona vino llorando y me dijo: ¿Por qué, hija
mía, no vienes a decirme lo que os ha ocurrido en la montaña? (Maximin, no
habiendo encontrado a sus amos, que no habían vuelto aún de su trabajo, había
venido a casa de los míos, y les había contado todo lo que había visto y oído).
Le contesté: "Sí, yo quería decírselo, pero antes deseaba terminar mi
trabajo". Un momento después entré en la casa, y mi patrona me dijo:
"Cuéntame lo que has visto; el pastor de Bruite (era el sobrenombre de
Pierre Selme, patrón de Maximin) me ha contado todo".
Como no había recibido de mis patrones la orden de marcharme enseguida, después
de haber hablado al señor Cura, creí no hacer mal en asistir a Misa. Fui entonces
a la iglesia. La Misa comienza, y después del primer Evangelio, el señor Cura
se vuelve hacia el pueblo y procura relatar a sus feligreses la Aparición que
acababa de ocurrir, el día de la víspera, en una de sus montañas; y los exhorta
a no trabajar más el Domingo. Su voz se entrecortaba con sollozos, y todo el
pueblo estaba conmovido. Después de la santa Misa me marché a casa de mis
señores. El señor Peytard, que es hoy todavía alcalde de la Salette, fue allá a
preguntarme acerca de la Aparición; y, después de haberse asegurado de la verdad
de lo que le decía, se marchó convencido.
VI
La Santísima Virgen era muy
alta y bien proporcionada; parecía ser tan ingrávida que se la hubiese movido
con un soplo; sin embargo, permanecía inmóvil y bien plantada. Su fisonomía era
majestuosa, imponente, pero no imponente como son los señores de aquí abajo.
Ella imponía un temor respetuoso. Al mismo tiempo que Su Majestad imponía
respeto imbuido de amor, atraía hacia Sí. Su Mirada era dulce y penetrante; Sus
Ojos parecían hablar con los míos, pero la conversación venía de un sentimiento
vivo y profundo de amor hacia esa Belleza encantadora que me fundía. La dulzura
de Su Mirada, Su aire de Bondad incomprensible hacía comprender y sentir que Ella
atraía a Sí, y que deseaba entregarse; era una expresión de amor que no puede
expresarse con la lengua de la carne ni con las letras del alfabeto.
La corona de rosas que tenía sobre la Cabeza era tan bella, tan brillante, que
no puede uno darse una idea de ella; las rosas de distintos colores no eran de
la Tierra; era un conjunto de flores lo que ceñía la Cabeza de la Santísima
Virgen en forma de corona; pero las rosas se intercambiaban o se reemplazaban;
además, del corazón de cada rosa salía una luz tan bella que arrebataba, y
hacía a las rosas de una belleza esplendente. De la corona de rosas se elevaban
como ramas de oro y una cantidad de otras florecillas entremezcladas con
brillantes. Todo formaba una bellísima diadema, que brillaba ella sola más que
nuestro sol de la Tierra.
Yo tenía por ello una viva compasión y hubiese querido repetir al mundo entero
Su Amor desconocido, y filtrar en las almas de los mortales el amor más
extremado, y el reconoci-miento más vivo a un Dios, que no tenía necesidad
alguna de nosotros para ser lo que es, lo que era y lo que será siempre y que,
sin embargo, ¡oh amor incomprensible al hombre! —se ha hecho Carne y ha querido
morir; sí, morir, para escribir mejor en nuestras almas y en nuestra memoria el
amor enloquecido que tiene por nosotros. ¡Oh! ¡Qué desdichada soy al hallarme
tan pobre de expresiones para decir el amor, sí, el amor de nuestro buen
Salvador por nosotros! Pero, por otro lado, ¡qué dichosos somos de poder sentir
mejor lo que no podemos expresar!
La Santa Virgen lloraba casi todo el tiempo que me habló. Sus Lágrimas corrían
una a una, lentamente, hasta Sus rodillas; luego, desaparecían como centellas
de luz. Eran brillantes y llenas de amor. Hubiese querido consolarla, y que
Ella no llorase más. Pero me parecía que tuviese necesidad de mostrar Sus
Lágrimas para mostrar mejor Su Amor olvidado por los hombres. Hubiese querido
arrojarme en Sus Brazos y decirle: "¡Mi buena Madre, no lloréis más!
quiero amaros por todos los hombres de la Tierra". Pero me parecía que
Ella me decía: “¡Hay tantos de ellos que no Me conocen!”. Yo estaba entre la muerte y la vida, viendo
por un lado tanto Amor, tanto deseo de ser amada, y por otro tanta frialdad,
tanta indiferencia… ¡Oh! Madre mía, toda Madre, toda Bella y toda Amable, amor
mío, corazón de mi corazón.
La Voz de la Bella Señora era dulce; encantada, arrebataba, hacía bien al
corazón; saciaba, allanaba todo obstáculo, calmaba, apaciguaba con dulzura. Me
parecía que siempre hubiese querido comer de Su bella Voz, y mi corazón parecía
danzar o querer ir a Su encuentro para fundirse en Ella.
Esta sola visión de los Ojos de la más pura de las Vírgenes hubiese bastado
para ser el Cielo de un bienaventurado, hubiese bastado para hacer entrar un
alma en la plenitud de las voluntades del Altísimo, entre todos los acontecimientos
que ocurren en el curso de la vida mortal; hubiese bastado para hacerla
realizar continuos actos de alabanza, de agradecimiento, de reparación y de
expiación. Esta sola visión concentra el alma en Dios y la convierte como en
una muerta-viva, que considera sólo como diversiones de niños todas las cosas
de la Tierra, aun las cosas que parecen más serias; sólo querría oír hablar de
Dios y de lo que concierne a Su Gloria. El pecado es el único mal que Ella ve
sobre la Tierra. Moriría de dolor por ello, si Dios no la sostuviera. Amén.
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