Apariciones de la Virgen de Guadalupe
Al pie del
Cerro Tepeyac, en la Ciudad de México, se encuentra el Santuario Mariano
conocido oficialmente como, Insigne y Nacional Basílica de Santa María de
Guadalupe, donde se guarda y venera la Reliquia de la Aparición de la Virgen, conocida
como el Ayate o Tilma de Juan Diego.
El escritor indígena
Antonio Valeriano en su obra ‘Nicán Nopohua’, escrita en la lengua de los
aztecas a los doce años de las Apariciones, narra los hechos así: “Un sábado de
1531 a pocos días del mes de diciembre, un indio de nombre Juan Diego iba muy
de madrugada del pueblo en que residía a Tlatelolco, a tomar parte en el culto
divino. Al llegar junto al cerrillo llamado Tepeyac, amanecía y escuchó que le
llamaban de arriba del cerrillo: “Juanito, Juan Dieguito.” Él subió a la cumbre y vio
a una Señora de sobrehumana grandeza, cuyo vestido era radiante como el sol, la
cual con palabra muy cortés le dijo:
"Juanito, el más pequeño de Mis hijos, sabe y ten entendido que Yo soy la SIEMPRE VIRGEN MARÍA, MADRE DEL VERDADERO DIOS POR QUIEN SE VIVE, y Mi deseo es que se Me levante un Templo en este sitio, donde como Madre piadosa tuya y de tus semejantes, mostraré Mi clemencia amorosa y la compasión que tengo de los naturales y de aquellos que Me aman y Me buscan, y de todos los que solicitaren Mi amparo y Me llamaren en sus trabajos y aflicciones, y donde oiré sus lágrimas y ruegos para darles consuelo y alivio. Ve al Obispo de México a manifestarle lo que mucho deseo. Anda y pon en ello todo tu esfuerzo.”
Cuando llegó Juan Diego a la presencia del obispo, Don Fray Juan de Zumárraga, religioso de San Francisco, éste pareció no darle crédito y le respondió: “Otra vez vendrás y te oiré más despacio.” Juan Diego volvió a la cumbre del cerrillo, donde la Señora del Cielo le estaba esperando y le dijo: “Señora, expuse Tu Mensaje al Obispo, pero pareció que no lo tuvo por cierto. Por lo cual, Te ruego que encargues a uno de los principales que lleve Tu Mensaje para que le crean, porque yo soy un hombrecillo.” Ella le respondió:
"Juanito, el más pequeño de Mis hijos, sabe y ten entendido que Yo soy la SIEMPRE VIRGEN MARÍA, MADRE DEL VERDADERO DIOS POR QUIEN SE VIVE, y Mi deseo es que se Me levante un Templo en este sitio, donde como Madre piadosa tuya y de tus semejantes, mostraré Mi clemencia amorosa y la compasión que tengo de los naturales y de aquellos que Me aman y Me buscan, y de todos los que solicitaren Mi amparo y Me llamaren en sus trabajos y aflicciones, y donde oiré sus lágrimas y ruegos para darles consuelo y alivio. Ve al Obispo de México a manifestarle lo que mucho deseo. Anda y pon en ello todo tu esfuerzo.”
Cuando llegó Juan Diego a la presencia del obispo, Don Fray Juan de Zumárraga, religioso de San Francisco, éste pareció no darle crédito y le respondió: “Otra vez vendrás y te oiré más despacio.” Juan Diego volvió a la cumbre del cerrillo, donde la Señora del Cielo le estaba esperando y le dijo: “Señora, expuse Tu Mensaje al Obispo, pero pareció que no lo tuvo por cierto. Por lo cual, Te ruego que encargues a uno de los principales que lleve Tu Mensaje para que le crean, porque yo soy un hombrecillo.” Ella le respondió:
"Mucho te ruego,
hijo Mío, a que otra vez vayas mañana a ver al obispo y le digas que Yo en
Persona, la SIEMPRE VIRGEN SANTA MARÍA, MADRE DE DIOS, Soy quien te
envío."
Pero al día siguiente,
domingo, el Obispo tampoco le dio crédito.
El lunes Juan Diego ya no
volvió. Su tío Juan Bernardino se puso muy grave y le rogó que fuera a
Tlatelolco a llamar a un sacerdote para que fuera a confesarle. Salió Juan
Diego el martes, pero dio vuelta al cerrillo para llegar pronto a México y no
lo detuviera la Señora del cielo. Pero Ella le salió al encuentro y le dijo:
"Hijo Mío, el más
pequeño, no se turbe tu corazón ni te inquiete cosa alguna. ¿No estoy Yo aquí
que Soy tu Madre? ¿No estás bajo Mi sombra? ¿No soy Yo tu salud? ¿No estás por
ventura en Mi regazo? ¿Qué más necesitas? No te aflija la enfermedad de tu tío,
está seguro que ya sanó. Sube ahora, hijo Mío, a la cumbre del cerrillo, donde
hallarás diferentes flores, córtalas y tráelas a Mi Presencia.
Cuando lo hubo hecho, le
dijo:
"Hijo Mío, ésta es
la prueba y señal que llevarás al Obispo. Tú eres Mi embajador muy digno de
confianza."
Juan Diego se puso en
camino ya contento y seguro de salir bien. Al llegar a la presencia del Obispo,
le dijo: “Señor, hice lo que me ordenaste. La Señora del Cielo condescendió con tu
recado y lo cumplió.” Desenvolvió luego su blanca manta y así
que se esparcieron por el suelo las diferentes rosas de Castilla, se dibujó en
ella y apareció de repente la preciosa Imagen de la SIEMPRE VIRGEN SANTA MARÍA,
MADRE DE DIOS, de la manera que está y se guarda hoy en Su Templo de Tepeyac.
La ciudad entera se conmovió y venía a ver y admirar Su devota Imagen y a
hacerle oración y se Le nombró como bien había de nombrársele: La Siempre
Virgen Santa María de Guadalupe.”
RESULTADOS DE LOS
ESTUDIOS CIENTÍFICOS DE LA TILMA O AYATE DE JUAN DIEGO:
En primer lugar la
milagrosa conservación del tejido en el que se imprimió la Imagen de la Virgen.
La Tilma de Juan Diego está tejida de fibra de ayate (de la especie mejicana
llamada “agave potula zac”) que se desintegra a los 20 ó 30 años. Mientras tanto, a
casi 500 años del milagro, la Imagen de María sigue tan firme como el primer
día. La ciencia no se explica el origen de la incorruptibilidad de la tela.
No se ha descubierto ningún rastro de pintura en la
tela. De hecho, a una distancia de 10 centímetros de la imagen, sólo se ve
la tela de maguey en crudo: los colores desaparecen.
Estudios científicos no logran descubrir el origen de la coloración
que forma la Imagen, ni la forma en que la misma fue pintada. No
se detectan rastros de pinceladas ni de otra técnica conocida
de pintura. Los
colorantes de la Imagen no pertenecen al reino vegetal, mineral ni animal. Se ha hecho pasar
un rayo láser en forma lateral sobre la tela, detectándose que la coloración de
la misma no está ni en el anverso ni en el reverso, sino que los colores flotan
a una distancia de tres décimas de milímetro sobre el tejido,
sin tocarlo.
La Virgen tiene una cinta en el vientre, símbolo
para los aztecas de que está embarazada. Uno de Los médicos que
analizó la Tilma colocó su estetoscopio debajo de la cinta que María posee
(señal de que está encinta) y escuchó latidos que rítmicamente se repiten a 115
pulsaciones por minuto, igual que un bebé en el vientre materno. Además, la
temperatura de la fibra de maguey con que está construida la Tilma mantiene una
temperatura constante de 36,6 grados, la misma que el cuerpo de una
persona viva.
Estudios oftalmológicos realizados a los
Ojos de María han detectado que al
acercarles luz, la retina se contrae y al retirar la luz, se vuelve
a dilatar, exactamente como ocurre en un ojo vivo. La ciencia
descubrió que los Ojos de María poseen los tres efectos de refracción de la
imagen de un ojo humano. En Los Ojos de María (de tan sólo 7 y 8 mm) se
descubrieron diminutas imágenes humanas, que ningún artista podría pintar.
Son dos escenas y las dos se repiten en ambos ojos. La imagen de los Ojos de
María fue agrandada mediante tecnología digital, revelando que en Sus Ojos está
retratada la imagen del indio Juan Diego abriendo su Tilma frente al obispo
Zumárraga.
La Virgen de Guadalupe es
mestiza. Su Rostro, ni indio ni blanco, es un Rostro que invita a la paz entre
vencedores y vencidos, entre blancos e indígenas, porque Ella es la Madre de
todos. El color de su manto es verde-azul. Entre los aztecas sólo el emperador
podía vestir ese color. Al presentarse con este color es como si dijera que es
la Emperadora, la Reina del Universo. Y los rayos de sol rodean Su Persona,
como si procedieran de Su Divino Hijo que es el Sol de Justicia (el sol era un
dios para los indígenas).
Por otra parte, se ha
descubierto que las estrellas del manto de la Virgen corresponden a las
estrellas del cielo tal y como estaban aquel día de la Aparición, vistas desde
México. Como si nuestra Madre hubiera querido dejarnos su firma, fecha y hora
exacta de Su Aparición: 16,40 horas del día 12 de diciembre de 1531.
La Imagen es tal y como la detalla el Libro del
Apocalipsis, capítulo 12: “Apareció en el Cielo una señal grande, una Mujer
envuelta en el Sol, con la luna debajo de sus pies“. Y por último, ‘Coatlaxope’ = ‘Guadalupe’,
significa en el idioma indígena: "Que aplasta la cabeza a la
serpiente".
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