viernes, 8 de mayo de 2015

Viernes I de la V Semana de Pascua - Oficio de Lectura y Laudes cantados


Viernes I - Oficio de Lectura y Laudes Cantados

VIERNES I DE LA V SEMANA DE PASCUA

OFICIO DE LECTURA

INVOCACIÓN INICIAL


V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza

INVITATORIO

Ant.
Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.

Salmo 94 

INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.

Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.

Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.

Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.

Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Himno: 
¿QUÉ HAS VISTO DE CAMINO?

«¿Qué has visto de camino,
María, en la mañana?»
«A mi Señor glorioso,
la tumba abandonada,

los ángeles testigos,
sudarios y mortaja.
¡Resucitó de veras
mi amor y mi esperanza!

Venid a Galilea,
allí el Señor aguarda;
allí veréis los suyos
la gloria de la Pascua.»

Primicia de los muertos,
sabemos por tu gracia
que estás resucitado;
la muerte en ti no manda.

Rey vencedor, apiádate
de la miseria humana
y da a tus fieles parte
en tu victoria santa. Amén.

SALMODIA

Ant 1.
Levántate, Señor, y ven en mi auxilio. Aleluya.

Salmo 34, 1-2. 3c. 9-19. 22-24a. 27-28 
SÚPLICA CONTRA LOS PERSEGUIDORES INJUSTOS

I
Pelea, Señor, contra los que me atacan,
guerrea contra los que me hacen guerra;
empuña el escudo y la adarga,
levántate y ven en mi auxilio;
di a mi alma:
«Yo soy tu victoria.»

Y yo me alegraré con el Señor,
gozando de su victoria;
todo mi ser proclamará:
«Señor, ¿quién como tú,
que defiendes al débil del poderoso,
al pobre y humilde del explotador?»

Se presentaban testigos violentos:
me acusaban de cosas que ni sabía,
me pagaban mal por bien,
dejándome desamparado.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Levántate, Señor, y ven en mi auxilio. Aleluya.

Ant 2. Juzga, Señor, y defiende mi causa, tú que eres poderoso. Aleluya.

Salmo 34, 

II
Yo, en cambio, cuando estaban enfermos,
me vestía de saco,
me mortificaba con ayunos
y desde dentro repetía mi oración.

Como por un amigo o por un hermano,
andaba triste,
cabizbajo y sombrío,
como quien llora a su madre.

Pero, cuando yo tropecé, se alegraron,
se juntaron contra mí
y me golpearon por sorpresa;

me laceraban sin cesar,
cruelmente se burlaban de mí,
rechinando los dientes de odio.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Juzga, Señor, y defiende mi causa, tú que eres poderoso. Aleluya.

Ant 3. Mi lengua anunciará tu justicia, todos los días te alabaré, Señor. Aleluya.

Salmo 34 

III
Señor, ¿cuándo vas a mirarlo?
Defiende mi vida de los que rugen,
mi único bien, de los leones,

y te daré gracias en la gran asamblea,
te alabaré entre la multitud del pueblo.

Que no canten victoria mis enemigos traidores,
que no se hagan guiños a mi costa
los que me odian sin razón.

Señor, tú lo has visto, no te calles;
Señor, no te quedes a distancia;
despierta, levántate, Dios mío;
Señor mío, defiende mi causa.
Júzgame tú según tu justicia.

Que canten y se alegren
los que desean mi victoria;
que repitan siempre: «Grande es el Señor»,
los que desean la paz a tu siervo.

Mi lengua anunciará tu justicia,
todos los días te alabaré.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Mi lengua anunciará tu justicia, todos los días te alabaré, Señor. Aleluya.

V. En tu resurrección, oh Cristo. Aleluya.
R. El cielo y la tierra se alegran. Aleluya.

PRIMERA LECTURA
Del libro del Apocalipsis 22, 1-9

EL RÍO DEL AGUA DE LA VIDA


Me mostró el ángel el río del agua de la vida, brillante como el cristal, que brotaba del trono de Dios y del Cordero en medio de la plaza de la ciudad. Y a un lado y otro del río se da el árbol de la vida, que produce su fruto doce veces, una cada mes, y las hojas del árbol sirven de medicina para las naciones. Ya no se dará allí sentencia alguna ni maldición. El trono de Dios y del Cordero estará allí, y los siervos de Dios le rendirán culto. Verán su rostro, y tendrán su nombre en la frente. Y no habrá más noche, y no necesitarán luz de lámpara ni de sol, porque el Señor Dios alumbrará sobre ellos, y reinarán por los siglos de los siglos.

Y me dijo el ángel:

«Estas palabras son fidedignas y verdaderas. El Señor Dios, inspirador de los profetas, ha enviado su ángel para mostrar a sus siervos lo que ha de suceder en breve: "Mirad que vendré pronto. Dichoso el que guarde el contenido de la profecía escrita en este libro."»

Y yo, Juan, escuché y fui testigo ocular de estas cosas. Y, después que las hube oído y visto, caí de hinojos para postrarme ante los pies del ángel que me las había mostrado. Pero él me dijo:

«No hagas eso. Siervo soy como tú y como tus hermanos los profetas, y como los que guardan las palabras de este libro. Es a Dios a quien hay que adorar.»

RESPONSORIO Ap 22, 5. 3

R. No habrá más noche, porque el Señor Dios alumbrará sobre sus siervos, * y reinarán por los siglos de los siglos. Aleluya.
V. El trono de Dios y del Cordero estará en la ciudad santa, y los siervos de Dios le rendirán culto.
R. Y reinarán por los siglos de los siglos. Aleluya.

SEGUNDA LECTURA
De los Sermones del beato Isaac, abad del monasterio de Stella
(Sermón 42: PL 194, 1831-1832)

PRIMOGÉNITO DE MUCHOS HERMANOS


Así como la cabeza y el cuerpo forman un solo hombre, así también el Hijo de la Virgen y sus miembros elegidos forman un solo hombre y un solo Hijo del hombre. Dice la Escritura: El Cristo íntegro y total lo forman la cabeza y el cuerpo, ya que todos los miembros juntos forman un solo cuerpo, el cual, junto con la cabeza, constituye un solo Hijo del hombre, un solo Hijo de Dios, por su unión con el Hijo de Dios en persona, el cual, a su vez, es un solo Dios por su unión con la divinidad.

Por tanto, todo el cuerpo unido a la cabeza es Hijo del hombre e Hijo de Dios, y aun Dios. De ahí aquellas palabras: Padre, quiero que sean uno, como nosotros somos uno.

Así pues, según este famoso texto de la Escritura, no existe el cuerpo separado de la cabeza, ni la cabeza separada del cuerpo; ni existe el Cristo total, cuerpo y cabeza, separado de Dios.

De manera que todo el conjunto, por su unión con Dios, es un solo Dios; pero el Hijo de Dios está unido con Dios por naturaleza, y el Hijo del hombre está unido con el Hijo de Dios de manera personal, mientras que su cuerpo lo está de un modo místico. Por consiguiente, los miembros de Cristo, unidos espiritualmente a él por la fe, pueden afirmar con todo derecho que son ellos también lo mismo que es él, Hijo de Dios y Dios. Pero él lo es por naturaleza, los miembros por comunicación; él lo es en plenitud, los miembros por participación; finalmente, él es Hijo de Dios por generación, los miembros lo son por adopción, tal como está escrito: Habéis recibido espíritu de adopción filial, por el que clamamos: «¡Padre!»

Según este espíritu, les dio poder de llegar a ser hijos de Dios, para que el primogénito de muchos hermanos pudiera enseñarnos a decir: Padre nuestro, que estás en el cielo. Y en otro lugar dice el Señor: Subo a mi Padre y a vuestro Padre.

Por el mismo Espíritu por el cual el Hijo del hombre nació del seno de la Virgen como cabeza nuestra, nosotros renacemos en la fuente bautismal como hijos de Dios y como cuerpo del Hijo del hombre. Y, así como él nació inmune de pecado, así también nosotros renacemos por el perdón de nuestros pecados.

Del mismo modo que en la cruz cargó sobre su cuerpo de carne con los pecados de todo el cuerpo, así quiso también que a su cuerpo místico, por la gracia de la regeneración, no le fuese imputado pecado alguno, como está escrito: Dichoso el hombre a quien el Señor no le apunta el delito. Este hombre dichoso es sin duda el Cristo íntegro, el cual, en cuanto que su cabeza es Dios, él mismo perdona los pecados; en cuanto que la cabeza del cuerpo es un Hijo del hombre, nada tiene personalmente que se le pueda perdonar; y, en cuanto que el cuerpo de la cabeza son muchos, nada se imputa.

Él mismo es justo por sí mismo y se justifica a sí mismo. Él mismo es Salvador y salvado; cargó en su cuerpo sobre el leño los pecados de los cuales limpia a su cuerpo por medio del agua. Ahora continúa salvando por el leño y por el agua, como Cordero de Dios, que quita los pecados del mundo, los cuales cargó sobre sí mismo, como sacerdote y sacrificio, y como Dios que, ofreciendo su propia persona a sí mismo, por sí mismo se reconcilió a sí consigo mismo, y con el Padre y el Espíritu Santo.

RESPONSORIO Rm 12, 5; Col 2, 9-10; 1, 18

R. Siendo muchos, somos un solo cuerpo en Cristo, e individualmente somos miembros unos de otros. * En su cuerpo glorificado habita toda la plenitud de la divinidad; e, incorporados a él, alcanzáis también vosotros esa plenitud en él. Aleluya.
V. Él es la cabeza del cuerpo de la Iglesia; él es el principio, el primogénito de entre los muertos, y así es el primero en todo.
R. En su cuerpo glorificado habita toda la plenitud de la divinidad; e, incorporados a él, alcanzáis también vosotros esa plenitud en él. Aleluya.

ORACIÓN.

OREMOS,
Señor, concédenos realizar plenamente en nosotros mismos el misterio pascual, para que la alegría que experimentamos en estas fiestas nos dé una fuerza constante que nos lleve a la salvación. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén

CONCLUSIÓN

V.
Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.


LAUDES
(Oración de la mañana)

INVOCACIÓN INICIAL

V.
Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

Himno: 
TU CUERPO ES LAZO DE AMORES

Tu cuerpo es lazo de amores,
de Dios y el hombre atadura;
amor que a tu cuerpo acude
como tu cuerpo perdura.

Tu cuerpo, surco de penas,
hoy es de luz y rocío;
que lo vean los que lloran
con ojos enrojecidos.

Tu cuerpo espiritual
es la Iglesia congregada;
tan fuerte como tu cruz,
tan bella como tu Pascua.

Tu cuerpo sacramental
es de tu carne y tu sangre,
y la Iglesia, que es tu Esposa,
se acerca para abrazarte. Amén.

SALMODIA

Ant 1.
Acuérdate de mí, Señor Jesús, cuando llegues a tu reino. Aleluya.

Salmo 50 
CONFESIÓN DEL PECADOR ARREPENTIDO

Misericordia, Dios mío, por tu bondad;
por tu inmensa compasión borra mi culpa;
lava del todo mi delito,
limpia mi pecado.

Pues yo reconozco mi culpa,
tengo siempre presente mi pecado:
contra ti, contra ti solo pequé,
cometí la maldad que aborreces.

En la sentencia tendrás razón,
en el juicio brillará tu rectitud.
Mira, que en la culpa nací,
pecador me concibió mi madre.

Te gusta un corazón sincero,
y en mi interior me inculcas sabiduría.
Rocíame con el hisopo: quedaré limpio;
lávame: quedaré más blanco que la nieve.

Hazme oír el gozo y la alegría,
que se alegren los huesos quebrantados.
Aparta de mi pecado tu vista,
borra en mí toda culpa.

¡Oh Dios!, crea en mí un corazón puro,
renuévame por dentro con espíritu firme;
no me arrojes lejos de tu rostro,
no me quites tu santo espíritu.

Devuélveme la alegría de tu salvación,
afiánzame con espíritu generoso:
enseñaré a los malvados tus caminos,
los pecadores volverán a ti.

Líbrame de la sangre, ¡oh Dios,
Dios, Salvador mío!,
y cantará mi lengua tu justicia.
Señor, me abrirás los labios,
y mi boca proclamará tu alabanza.

Los sacrificios no te satisfacen;
si te ofreciera un holocausto, no lo querrías.
Mi sacrificio es un espíritu quebrantado:
un corazón quebrantado y humillado
tú no lo desprecias.

Señor, por tu bondad, favorece a Sión,
reconstruye las murallas de Jerusalén:
entonces aceptarás los sacrificios rituales,
ofrendas y holocaustos,
sobre tu altar se inmolarán novillos.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Acuérdate de mí, Señor Jesús, cuando llegues a tu reino. Aleluya.

Ant 2. Es verdad: tú eres un Dios escondido, el Dios de Israel, el Salvador. Aleluya.

Cántico: 
QUE LOS PUEBLOS TODOS SE CONVIERTAN AL SEÑOR. Is 45, 15-25

Es verdad: tú eres un Dios escondido,
el Dios de Israel, el Salvador.
Se avergüenzan y se sonrojan todos por igual,
se van avergonzados los fabricantes de ídolos;
mientras el Señor salva a Israel
con una salvación perpetua,
para que no se avergüencen ni se sonrojen
nunca jamás.

Así dice el Señor, creador del cielo
- él es Dios -,
él modeló la tierra,
la fabricó y la afianzó;
no la creó vacía,
sino que la formó habitable:
«Yo soy el Señor y no hay otro.»

No te hablé a escondidas,
en un país tenebroso,
no dije a la estirpe de Jacob:
«Buscadme en el vacío.»

Yo soy el Señor que pronuncia sentencia
y declara lo que es justo.
Reuníos, venid, acercaos juntos,
supervivientes de las naciones.
No discurren los que llevan su ídolo de madera,
y rezan a un dios que no puede salvar.

Declarad, aducid pruebas,
que deliberen juntos:
¿Quién anunció esto desde antiguo,
quién lo predijo desde entonces?
¿No fui yo, el Señor?
- No hay otro Dios fuera de mí -.

Yo soy un Dios justo y salvador,
y no hay ninguno más.

Volveos hacia mí para salvaros,
confines de la tierra,
pues yo soy Dios y no hay otro.

Yo juro por mi nombre,
de mi boca sale una sentencia,
una palabra irrevocable:
«Ante mí se doblará toda rodilla,
por mí jurará toda lengua»,
dirán: «Sólo el Señor
tiene la justicia y el poder.»

A él vendrán avergonzados
los que se enardecían contra él,
con el Señor triunfará y se gloriará
la estirpe de Israel.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Es verdad: tú eres un Dios escondido, el Dios de Israel, el Salvador. Aleluya.

Ant 3. Servid al Señor con alegría. Aleluya.

Salmo 99 
ALEGRÍA DE LOS QUE ENTRAN EN EL TEMPLO.

Aclama al Señor, tierra entera,
servid al Señor con alegría,
entrad en su presencia con aclamaciones.

Sabed que el Señor es Dios:
que él nos hizo y somos suyos,
su pueblo y ovejas de su rebaño.

Entrad por sus puertas con acción de gracias,
por sus atrios con himnos,
dándole gracias y bendiciendo su nombre:

«El Señor es bueno,
su misericordia es eterna,
su fidelidad por todas las edades.»

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Servid al Señor con alegría. Aleluya.

LECTURA BREVE Hch 5,30-32

El Dios de nuestros padres resucitó a Jesús, a quien vosotros matasteis colgándole de un madero. La diestra de Dios lo exaltó haciéndolo jefe y salvador, para otorgar a Israel la conversión, el perdón de los pecados. Testigos de esto somos nosotros y el Espíritu Santo, que Dios da a los que le obedecen.

RESPONSORIO BREVE

V. El Señor ha resucitado del sepulcro. Aleluya, aleluya.
R. El Señor ha resucitado del sepulcro. Aleluya, aleluya.

V. El que por nosotros colgó del madero.
R. Aleluya, aleluya.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. El Señor ha resucitado del sepulcro. Aleluya, aleluya.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant.
Éste es mi mandamiento, que os améis unos a otros como yo os he amado. Aleluya.

Cántico de Zacarías. 
EL MESÍAS Y SU PRECURSOR Lc 1, 68-79

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.

Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Éste es mi mandamiento, que os améis unos a otros como yo os he amado. Aleluya.

PRECES

Dirijamos nuestra oración a Dios Padre, que por la resurrección de Jesucristo nos ha dado vida nueva, y digámosle:

Ilumínanos, Señor, con la claridad de Jesucristo.

Señor, Padre clementísimo, tú que nos has revelado tu plan de salvación, proyectado desde antes de la creación del mundo, y eres fiel en todas tus promesas,
escucha con amor nuestras plegarias.

Purifícanos con tu verdad y encamina nuestros pasos por las sendas de la santidad,
para que hagamos siempre el bien según tu agrado.

Haz resplandecer tu rostro sobre nosotros,
para que, libres de todo mal, nos saciemos con los bienes de tu casa.

Tú que por Cristo nos reconciliaste contigo,
danos la paz a nosotros y a todos los hombres del mundo.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Porque deseamos que la luz de Cristo ilumine a todos los hombres, pidamos al Padre que su reino llegue a nosotros:

Padre nuestro...

ORACION
Señor, concédenos realizar plenamente en nosotros mismos el misterio pascual, para que la alegría que experimentamos en estas fiestas nos dé una fuerza constante que nos lleve a la salvación. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

CONCLUSIÓN

V.
El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.



Fuente: http://www.liturgiadelashoras.com.ar/

Fuente: http://gloria.tv/user/cQLjiwjCiN1

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