María Simma
3. EL PURGATORIO
—Ahora, por favor, ¿qué es exactamente el purgatorio?
—El purgatorio es un lugar y un estado que toda
alma experimenta cuando todavía necesita expiar y reparar los pecados cometidos
a lo largo de su vida antes de poder reunirse con Jesús en el Cielo. Hoy en día
se enseña muy poco acerca del purgatorio y esto lleva a alimentar la curiosidad
de muchos que, por su cuenta y sin ninguna guía espiritual, caen fácilmente en
el ocultismo. Suele decirse que el purgatorio es solamente un estado. Pero esto
es solo parcialmente cierto, puesto que ciertamente también es un lugar. Es
también un tiempo de espera en donde las almas ansían llegar a Dios. Este deseo
de llegar a Él es su mayor sufrimiento. Todas las benditas ánimas lo
experimentan, sin importar en el nivel en que se encuentren.
Existen tres niveles principales en el purgatorio y
yo me comunico con las almas que necesitan relativamente poco para llegar al
Cielo. Creo que esto es así por dos razones.
La primera se debe a algo de lo que me di cuenta
cuando me invitaron a una casa; su dueño acababa de perder a su mujer
recientemente y sucedían cosas extrañas por la noche. Accedí a pasar una noche
para ver si podía ayudar. No pasó mucho tiempo antes de que comenzaran a
escucharse fuertes golpes en el vestíbulo. Entonces, como hago habitualmente,
pregunté: "¿Qué puedo hacer por ti?". Los ruidos se hicieron más y
más fuertes hasta que repentinamente apareció un animal inmenso que no había
visto nunca antes y justo detrás vino una gran serpiente, que rápidamente
devoró al primer animal. Luego toda la escena desapareció. Me debí asustar
porque estaba sudando. Tiempo más tarde le describí lo que había ocurrido a una
persona que sabe mucho de estos sucesos y él consiguió identificar al primer
animal; se trataba de un hipopótamo, que simboliza un corazón duro. Esto no
significa que la mujer se encontrara en el purgatorio en forma de hipopótamo;
tan solo fue la manera de que yo lo comprendiera todo con más claridad. Tras
haber hablado largo y tendido con el viudo, pronto supe que su mujer le había
guardado rencor a otra mujer durante más de treinta años, a pesar de que la
otra mujer había querido la paz entre ellas. Al negarse a perdonarla le mereció
el estado más profundo del purgatorio, de donde yo no podía ayudarla a salir
aún.
La segunda razón, creo, por la que generalmente me
comunico con las almas del nivel más alto del purgatorio tiene que ver con un
diario escrito por una princesa alemana en los años veinte. Durante muchos años
se comunicó con las almas de los niveles más profundos y muchas de esas
descripciones son ciertamente monstruosas y mucho más dolorosas que las que yo
he visto.
—¿Hay otras diferencias entre los
niveles más altos y los más profundos del purgatorio?
—Satanás puede atacar a las almas del nivel más
profundo, pero no puede hacerlo a los que se encuentran en los niveles más
altos. Es cierto que se nos pone a prueba mientras estamos aquí en la tierra y
que eso cesa al morir. Sin embargo, las almas del tercer nivel, el más profundo
del purgatorio, deben sufrir en primer lugar por los pecados que cometieron
antes de que las oraciones, las misas y las buenas obras que podamos ofrecer
por ellas puedan serles beneficiosas. Y una parte de ese sufrimiento es que
continúan siendo atacadas por Satanás.
Los diversos niveles del purgatorio son diferentes
de la misma manera que todas nuestras dolencias en la tierra son diferentes.
Puede tratarse de la mera inflamación de una uña o hasta de un fuego que puede
consumir la totalidad del cuerpo. Este fuego existe solamente en los niveles
profundos pero no en los más altos.
—¿Pueden nuestras oraciones
evitar que Satanás ataque a las almas de los niveles más profundos?
—Sí, pueden; especialmente cuando se lo pedimos
directamente al Arcángel san Miguel y a los otros ángeles.
—Y dentro de estos tres niveles
principales, ¿existen más niveles?
—Sí, una gran cantidad, porque cada alma es
distinta al llegar allí. Existen grandes sufrimientos y otros dolores pequeños,
y entre esos dos extremos, el resto de padecimientos. Probablemente existan en
el purgatorio tantos niveles como almas, puesto que, por supuesto, no hay dos
personas o dos almas que sean idénticas.
—Cuando las benditas ánimas del
purgatorio sufren, ¿experimentan algún tipo de alegría y de esperanza?
—Sí. Ningún alma desea regresar aquí a la tierra
porque tienen una noción de Dios mucho más clara que la nuestra. No quieren
volver a lo oscuridad en la que vivimos nosotros.
—Entonces, ¿Dios pone a las almas
allí para que se purifiquen de los pecados que todavía no han sido expiados o
reparados?
—No, se suele enseñar esto de manera incorrecta y
este tipo de falsedades puede hacer que muchas personas se alejen de Dios.
¡Dios no las pone allí! Las almas se juzgan y luego se asignan ellas mismas el
nivel apropiado. Son ellas quienes desean purificarse antes de reunirse con
Dios. Es muy importante para nosotros tomar conciencia de esta verdad tan
concreta sobre el amor de Dios.
—Entonces, ¿somos nosotros
quienes reconocemos que todavía no estamos puros y debemos por lo tanto
purificarnos en el purgatorio?
—Sí, así es.
—¿Las almas en el purgatorio se
rebelan alguna vez contra su condición? ¿Son pacientes o hay alguna que no
acepte el estado en el que se encuentra?
—No, son pacientes y quieren sufrir, pues saben que
a través del sufrimiento expían y enmiendan sus faltas. Se purifican para
llegar limpias ante Dios, de una manera completamente resplandeciente. Cuanta
más purificación y reparación hagan, más limpias llegan a estar.
— ¿Los sufrimientos del
purgatorio son mayores que los de la tierra?
—Si tomamos todo en cuenta, son mayores y, a veces,
mucho mayores, en especial en el tercer nivel. Sufren más espiritualmente que
nosotros.
Cuando una vez le pregunté a un alma cómo era su
sufrimiento, me dijo que era uno muy particular. Por ejemplo, un padre perezoso
que no trabaje para sacar a su familia adelante, y que por ese motivo, su mujer
e hijos lleguen a pasar calamidades, tendrá que trabajar mucho en el
purgatorio. Y su sufrimiento corporal será mucho mayor que el correspondiente a
un trabajo en la tierra. Pero nuestros padecimientos aquí, a pesar de ser menos
severos, valen muchísimo más para borrar nuestros pecados que aquellos en el purgatorio.
—Si el purgatorio es también un
lugar, ¿es posible que aquí en la tierra existan ciertos lugares en los que las
benditas ánimas pasen el tiempo?
—Sí, al parecer se reúnen generalmente alrededor
del altar o en el lugar en donde murieron. Una mujer que conocí en
Liechtenstein lograba verlas solamente alrededor del altar y cuando ya no
estaban allí sabía que ya se habían ido al Cielo.
Las almas no vienen a mí, o a nosotros, del
purgatorio, sino que vienen con el purgatorio. No se trata de un lugar sino de
muchos lugares distintos; no se trata de un estado, sino de distintos estados.
—Si se trata de muchos lugares o
un lugar grande, ¿son el Cielo y el infierno también lugares?
—Sí, mi director espiritual me hizo preguntar
acerca de esto y la respuesta fue: "Es incorrecto lo que muchos teólogos
enseñan hoy en día al decir que el Cielo, el purgatorio y el infierno son
solamente estados. Son también lugares".
—La diferencia de tiempo que
deben pasar las almas allí, antes de entrar en el Cielo, ¿es muy amplia entre
un alma y otra?
—Sí, es muy amplia. Algunas están simplemente media
hora y otras, el resto del tiempo, hasta el último día. El promedio, dicen las
almas, es de cuarenta años.
—Entonces, ¿habrá un último día?
—Sí.
—¿Puede un alma del purgatorio
ver y comunicarse con otros a su alrededor?
—Siempre son conscientes de la presencia de otras
almas y saben que no están solas cuando han actuado muchas juntas para hacer
algo, pero rara vez se comunican unas con otras.
—María, ¿pueden leer?
—Sí, pueden; leen espiritualmente. Esto lo sé
porque cuando vienen a mí no tengo que leerles los nombres o las preguntas que
tengo preparadas, simplemente las toman del papel.
—¿Cuánto saben de sus familias?
—Diría que prácticamente todo. Nos ven todo el
tiempo. Escuchan cada palabra que pronunciamos sobre ellas y saben lo que
sufrimos. Pero no conocen nuestros pensamientos.
Se encuentran presentes en sus propios funerales y
saben quiénes están ahí rezando por ellos y quiénes están allí solamente para
ser vistos por los demás.
—¿Saben las benditas ánimas del
purgatorio lo que va a pasar?
—Sí, saben algo, pero no todo. Me han dicho que va
a pasar algo verdaderamente importante, que está a las puertas. Durante muchos
años decían que estaba "delante de la puerta" pero desde mayo de 1993
han usado la expresión "a las puertas". Será algo para
la conversión de la humanidad. Y a una escala menor me han contado cosas que
ocurrieron poco tiempo después. En el verano de 1954 me avisaron de las
inundaciones que hicieron tanto daño en esta región. Otra vez también me
dijeron que aún había personas con vida bajo la nieve tras una avalancha; así
que los equipos de rescate continuaron buscando más tiempo de lo previsto y, en
efecto, consiguieron localizar y salvar a esas personas dos días después de que
les pidiera que por favor siguieran con la búsqueda.
—Se dice que después de esta vida
el tiempo ya no existe, pero por otro lado usted dice que el purgatorio es un
tiempo en el que se anhela a Dios. Por favor, explique esto.
—Es correcto afirmar que tras esta vida ya no
existe el tiempo; pero cuando nos dicen que un alma debe sufrir determinado
tiempo, se refiere a una traducción a nuestro tiempo. Las almas pueden decir
que aún deben sufrir más, que no han sido liberadas todavía o que sus
sufrimientos han disminuido. Cuando hablan de un tiempo concreto o cuando
indican una cantidad de misas, eso simboliza la intensidad y la cantidad de su
sufrimiento.
—¿Tienen las benditas ánimas del
purgatorio cuerpos como los nuestros o tienen, digamos, un cuerpo espiritual?
—Dicen que no se dan cuenta de que no tienen su
cuerpo. Tienen un cuerpo transfigurado y pueden tomar la forma de un cuerpo
humano vestido y sano.
—¿Se arrepienten las almas de lo
que hicieron mal cuando aún vivían en la tierra? ¿También se arrepienten de lo
que no hicieron?
—Sí, mucho. Se arrepienten de las oportunidades que
dejaron pasar para hacer buenas acciones por Dios y por el prójimo, y pueden
ver los buenos frutos que hubieran resultado de esas acciones. Al morir
perdemos la oportunidad de realizar buenas obras. Las almas en el purgatorio ya
no pueden cosechar méritos como podemos hacer nosotros.
También se dice que los ángeles nos envidian porque
nosotros podemos hacer buenas obras y ofrecérselas a Dios, mientras que ellos
no pueden ni tampoco pueden hacer ya más méritos (risas).
—¿Qué ocurre con quien sabe que
el purgatorio existe pero sigue con su vida y peca igualmente, pensando que no
va a ser tan malo?
—¡Se arrepentirá muchísimo de pensar así! Muchísimo
más que los que cometan el mismo pecado sin conocer la existencia del
purgatorio.
—¿Cuál es el principal objetivo
de todo lo que usted experimenta?
—Dios lo permite para que a través de mi apostolado
otras personas entiendan claramente que nuestro tiempo en la tierra es
solamente para ganarnos el Cielo. Nuestro objetivo aquí es ser buenos unos con
otros y de esta manera reunirnos con Dios, tanto aquí y ahora, como luego en la
eternidad. Cumpliendo esto, la vida se vuelve mucho más preciosa para todos y
también se ve claramente las vidas absurdas de tantísimas personas. Nos muestra
la inmensidad del amor de Dios y que la vida puede ser de una belleza gloriosa
cuando trabajamos a su lado. Así que lo que se me da a conocer debería servir
para que muchos encuentren una orientación más clara y definitiva a su vida, si
desean cumplir la voluntad celestial de Dios y participar de su belleza.
—Y resumiendo, ¿qué es lo que
usted misma ha aprendido a lo largo de todos estos años de experiencias tan
singulares?
—A amar a Dios con todas mis fuerzas.
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