miércoles, 30 de julio de 2014

La Oración de Jesús, invocación incesante del dulce Nombre de Jesús

La Oración de Jesús



La oración de Jesús, considerada como interior y constante, consiste en la invocación continua e ininterrumpida del Nombre de Jesús con los labios, el corazón y la inteligencia, en el sentimiento de Su Presencia en todo lugar y en todo tiempo, incluso durante el sueño. Esta oración se expresa con las palabras:


¡Señor Jesucristo! (al inspirar)

¡Ten piedad de mí! (al expirar)


Quien se acostumbra a esta invocación halla gran consuelo, y siente la necesidad imperiosa de repetirla y repetirla. Pasado algún tiempo, no puede privarse de ella, hasta el punto de sentirla resonar en su interior sin haberla pronunciado con los labios.


La invocación repetida del Nombre de Jesús, constituye, desde los comienzos de la espiritualidad Cristiana, incluyendo a los Padres del Desierto, un modo espontáneo, profundo y sencillo de abrir el corazón a Dios y de mantenerlo en estado de vigilancia espiritual. Nos sirve para centrarnos más intuitivamente en torno al Nombre y a la Presencia de Jesús. 


Jesús significa en hebreo ‘YAHVEH SALVA’. Por eso, invocar el Nombre de Jesús es apoderarse de la Fuente de la Salvación. Es sintonizar con el ritmo cósmico fundamental, puesto que a Jesús.


"Dios Le exaltó y Le otorgó EL NOMBRE QUE ESTÁ SOBRE TODO NOMBRE. Para que al Nombre de Jesús toda rodilla se doble en los Cielos, en la Tierra, en los abismos, y toda lengua confiese que CRISTO JESÚS ES SEÑOR para gloria de Dios Padre.” (Flp. 2, 9-11)


“Porque no hay bajo el cielo OTRO NOMBRE DADO A LOS HOMBRES por el que nosotros debamos salvarnos.” (Hch. 4, 12).


Hay una riqueza infinita contenida en el NOMBRE DE JESÚSPodemos repetir esta oración miles y miles de veces y nunca la sentiremos igual, porque a medida que vamos invocando el Dulce Nombre de Jesús, una y otra vez, Jesús mismo se va haciendo aún más Presente y se acrecienta nuestro amor.


La Oración del Nombre Jesús es conocida en nuestro medio, gracias sobre todo, a un clásico de la Espiritualidad Oriental: “Relatos de un Peregrino Ruso." 


“Permanece sentado envuelto en silencio y soledad, inclina la cabeza, cierra los ojos, respira dulcemente, trata de fijar tu imaginación en tu interior, recoge en tu corazón los pensamientos de tu mente y di suspirando: “Jesús mío, ten misericordia de mí.”  (La Filocalía, Pasaje de San Simeón).



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